Elegía

[Carmela Viñas]

Oscuridad callada.
Luna negra.
Refugio ulterior en las rocas y arrecifes.
Me acurruco en el cuenco de fuego
y de cenizas
de mi isla que me ampara.
Porque duele el mar,
—¡ intenso mar de filoso azul! —
que sacude, impetuoso,
en las costas de mi aciaga soledad.
Duele el azul.
¡Apenas puedo respirarlo!

Azul que desde el amor
lo hice mío,
al acampar, silente,
en el nido de tus ojos.
Azul de eternidad concebida,
azul pletórico,
apasionado,
místico,
azul de perennes primaveras.
Ese azul de tu exultante metáfora
—susurro de breve substancia—
que ahora hiere a la claridad.
Duelen las estrías
de una estela ya marchita
que ha parido
la vacuidad del amor.

Vuelvo a la torre.
vuelvo a ser crisálida.
Las alas replegadas dañan menos
que el vuelo ebrio en latidos de quimeras.
Torre infinita, yelmo de luz,
mi atalaya.
Útero del cosmos donde quiero respirar
los arpegios del silencio.

La soledad es visitada
por la hiedra de la angustia,
cuyas ramas trepan y recorren
cada poro de mi lamento.
Hora de lirios trémulos
donde no cesan de serpentear
los vientos cenicientos
de tu ausencia,
colgados en la rama
alicaída de mi desazón.
Y rondan, asiduos,
los recuerdos dolientes
como un cantar de notas lacias,
cuando el corazón, en quebranto,
los entierra.
Laúd de ciegas cuerdas
en este mar de rojiza espuma.


De mis manos caen
uno a uno,
los pétalos de los sublimes gozos
—muertos ya—
en el regazo de la aurora.
Solo deseo un dormir sin arrullo
porque es frágil, ya, el latido de la rosa.
Esencia convertida en elegía.

Silencio en el agua de mi ola,
quietud sollozante que corta en dos al viento,
mientras tu nombre, hierático nombre,
sigue anclado al mío
en el temblor de mi noche.

Carmela Viñas
Todos los derechos reservados

[Francisco Lobo]

De mis manos caen
uno a uno,
los pétalos de los sublimes gozos
—muertos ya—
en el regazo de la aurora.
Solo deseo un dormir sin arrullo
porque es frágil, ya, el latido de la rosa.
Esencia convertida en elegía.

Silencio en el agua de mi ola,
quietud sollozante que corta en dos al viento,
mientras tu nombre, hierático nombre,
sigue anclado al mío
en el temblor de mi noche.

Ha sido un placer el ser el primero en leerlo. Destaqué esta parte, porque es la que me hizo "entrar en el poema", "hacerlo mío". Tal vez sea por el verso de la rosa, quizás por los dos últimos versos. Ahí llegó el clímax poético, que no siempre se produce al leer poesía, por lo cual te felicito y abrazo.

[Carmela Viñas]

Muchas gracias por destacar estos versos que te permitieron hacer tuyo el poema,Francisco Lobo. Es muy valioso ese gesto lector para mí. Muy generosas tus palabras.
Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Un poema que tiene buen ritmo y unas logradas imágenes. Mi felicitación y un abrazo.

[Pilar Morte]

Me ha gustado y emocionado tu poema. Felicidades por tu hermosísima obra.
Abrazos y salud.

[Carmela Viñas]

Un poema que tiene buen ritmo y unas logradas imágenes. Mi felicitación y un abrazo.

Muchas gracias por tu presencia y tus amables palabras, Ramón Carballal.
Un abrazo.

[Carmela Viñas]

Me ha gustado y emocionado tu poema. Felicidades por tu hermosísima obra.
Abrazos y salud.

Muchas gracias por esa emoción y por tus siempre amables palabras a mis versos, querida Pilar.
Abrazos.

[Rafel Calle]

Angustiosamente bello, poderosamente triste, con enumeraciones que delatan talento literario y una visión muy personal de las cosas de la vida o en este caso de la muerte, creo que este poema consigue tus propósitos, amiga Carmen.
Felicidades, si es que cupieran aquí, precisamente, por la motivación del contenido.
Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

.

Enorme, Carmela, enorme. Leo y releo, con la sensación de presenciar algo grande, muy grande.

Ovación cerrada, querida poeta.
Abrazos.

[Julio Gonzalez Alonso]

Versos con el sabor agridulce de las despedidas que se quedan con nosotros para siempre. Con mi abrazo, Carmela. Salud.

[Carmela Viñas]

Angustiosamente bello, poderosamente triste, con enumeraciones que delatan talento literario y una visión muy personal de las cosas de la vida o en este caso de la muerte, creo que este poema consigue tus propósitos, amiga Carmen.
Felicidades, si es que cupieran aquí, precisamente, por la motivación del contenido.
Un abrazo.

Muchas gracias por tan bello comentario, estimado Rafael Calle. Confieso que mi alma quedó extenuada al acabarlo, pero fue una inmensa catarsis, un soltar después las espinas del amor.
Un abrazo.

[Carmela Viñas]

.

Enorme, Carmela, enorme. Leo y releo, con la sensación de presenciar algo grande, muy grande.

Ovación cerrada, querida poeta.
Abrazos.

Muy agradecida por tus generosas palabras, querida Hallie. Celebro con entusiasmo que lo hayas disfrutado .
Abrazos.

[Carmela Viñas]

Versos con el sabor agridulce de las despedidas que se quedan con nosotros para siempre. Con mi abrazo, Carmela. Salud.

Muchas gracias por tus amables palabras al poema, estimado Julio.
Con este poema, cierro una etapa. Es extenuante escribir sobre la vivencia de un lastimero adiós.
Abrazos.

[E. R. Aristy]

Oscuridad callada.
Luna negra.
Refugio ulterior en las rocas y arrecifes.
Me acurruco en el cuenco de fuego
y de cenizas
de mi isla que me ampara.
Porque duele el mar,
—¡ intenso mar de filoso azul! —
que sacude, impetuoso,
en las costas de mi aciaga soledad.
Duele el azul.
¡Apenas puedo respirarlo!

Azul que desde el amor
lo hice mío,
al acampar, silente,
en el nido de tus ojos.
Azul de eternidad concebida,
azul pletórico,
apasionado,
místico,
azul de perennes primaveras.
Ese azul de tu exultante metáfora
—susurro de breve substancia—
que ahora hiere a la claridad.
Duelen las estrías
de una estela ya marchita
que ha parido
la vacuidad del amor.

Vuelvo a la torre.
vuelvo a ser crisálida.
Las alas replegadas dañan menos
que el vuelo ebrio en latidos de quimeras.
Torre infinita, yelmo de luz,
mi atalaya.
Útero del cosmos donde quiero respirar
los arpegios del silencio.

La soledad es visitada
por la hiedra de la angustia,
cuyas ramas trepan y recorren
cada poro de mi lamento.
Hora de lirios trémulos
donde no cesan de serpentear
los vientos cenicientos
de tu ausencia,
colgados en la rama
alicaída de mi desazón.
Y rondan, asiduos,
los recuerdos dolientes
como un cantar de notas lacias,
cuando el corazón, en quebranto,
los entierra.
Laúd de ciegas cuerdas
en este mar de rojiza espuma.


De mis manos caen
uno a uno,
los pétalos de los sublimes gozos
—muertos ya—
en el regazo de la aurora.
Solo deseo un dormir sin arrullo
porque es frágil, ya, el latido de la rosa.
Esencia convertida en elegía.

Silencio en el agua de mi ola,
quietud sollozante que corta en dos al viento,
mientras tu nombre, hierático nombre,
sigue anclado al mío
en el temblor de mi noche.

Carmela Viñas
Todos los derechos reservados

Imagenes de excepcional belleza e ingenio. La endemica angustia de la separacion es otro tipo de parto. Un poema de alto vuelo a la ruptura del amor . Abrazos, Carmela.

[F. Enrique]

Creo que has escrito un buen poema, Carmela. Un buen autista diría que hay pocos poemas buenos, aunque no mirara a los ojos.

Enhorabuena.

Un abrazo.