Tiempo cuántico

[Ana Muela Sopeña]

La calle se presenta silenciosa en el aura que proyectan los semáforos sobre las marquesinas de la noche. Una sombra parece imperturbable y sueña con los pájaros de lluvia que olvidaron que todo es un teatro. Vibración de lo oscuro en las aceras que buscan la belleza, más allá de los límites de la mirada oculta entre los árboles. Un coche ensimismado nos recuerda el vacío y rompe con sus faros el abismo insondable de la soledad y su memoria. El conductor va ebrio, por la alucinación de un sortilegio que este mundo en delirio ejerce sin descanso sobre los habitantes de la urbe. El hechizo persiste todavía hasta que Aldebarán asedia con su luz que rasga sin excusas el espacio sidéreo y crea un tiempo cuántico.


Ana Muela Sopeña

[E. R. Aristy]

La calle se presenta silenciosa en el aura que proyectan los semáforos sobre las marquesinas de la noche. Una sombra parece imperturbable y sueña con los pájaros de lluvia que olvidaron que todo es un teatro. Vibración de lo oscuro en las aceras que buscan la belleza, más allá de los límites de la mirada oculta entre los árboles. Un coche ensimismado nos recuerda el vacío y rompe con sus faros el abismo insondable de la soledad y su memoria. El conductor va ebrio, por la alucinación de un sortilegio que este mundo en delirio ejerce sin descanso sobre los habitantes de la urbe. El hechizo persiste todavía hasta que Aldebarán asedia con su luz que rasga sin excusas el espacio sidéreo y crea un tiempo cuántico.


Ana Muela Sopeña

"El nombre Aldebarán proviene del árabe الدبران, al-dabarān, cuyo significado es «la que sigue», en referencia a que esta estrella sigue al cúmulo de las Pléyades en su recorrido nocturno a través del cielo. Numerosas fábulas populares la utilizan para designar al hombre y a la mujer perseverante que no acepta derrota.

Ptolomeo la llamó "portador de la antorcha",2​ y en griego también recibió el nombre de Omma Boos, nombre que más tarde fue traducido literalmente al latín: Oculus Tauri (ojo del toro). En el siglo xvii, el astrónomo Giovanni Riccioli la denominó más específicamente Oculus Australis («ojo del sur»).3​

En Persia la estrella era conocida como Taschter. El astrónomo persa Al Biruni citaba Al Fanik («el camello semental»), Al Fatik («el camello gordo») y Al Muhdij («el camello hembra») como nombres indígenas árabes para esta estrella. En la antigua Roma recibía el nombre de Palilicium, término que proviene de Palilia o Parilia, la fiesta de Pales, divinidad pastoril de la mitología romana. El título de Hrusa designaba a esta estrella en la antigua Bohemia.3​

En astronomía hindú se identifica con la nakshatra —mansión lunar— de Rohini, y es una de las veintisiete hijas de Daksha y la esposa del dios Chandra.3​"

Sin los seres que pasan la antorcha de la paz, del amor, de la sed de justicia, del derecho a ser y de su busqueda, sin ellos ( una gran nube) secaria el mundo.

Muy bello y bien hilado este tiempo cuantico, querida y apreciada Ana. Abrazos, ERA

[Alejandro Costa]

¡Por Dios!
¡Qué bien escribes!

Un grandísimo escrito.

Besos.

[Raul Muñoz]

Me gustó mucho, Ana.

Confirma esta hermosa prosa poética, que siempre es posible ver más allá de lo que alcanzan nuestros sentidos. Es posible la expansión de la conciencia, vivir lo más cotidiano con sorpresa. Me gusta lo bien que engarza con lo cotidiano. Muy bello. Gracias por compartir.

Un abrazo.

[Julio Gonzalez Alonso]

Feliz reencuentro con tus letras, Ana. Un abrazo y salud.

[Carmela Viñas]

Muy bello, Ana. En la observación inteligente de la realidad existe otro tiempo que irrumpe los pasos de todos.
Un gran placer es leerte.
Abrazos.

[Rafel Calle]

Tan bello como interesante trabajo, amiga Ana, que esta vez te decides por presentar como poema en prosa y sin embargo el ritmo no decae ni ápice con respecto a si lo hubieras presentado en verso.
Felicidades.
Abrazos.

[Pilar Morte]

Bella prosa poética con esa visión que rompe la mirada cotidiana para adentrarse en un mundo paralelo.
Abrazos y felicidad.