Poemas de mí (I)
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
- Óscar Distéfano
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Re: Poemas de mí (I)
Un gran abrazo, amigo.
Óscar
http://www.elbuscadordehumos.blogspot.com/
- Rafel Calle
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Re: Poemas de mí (I)
En fin, a ver si un día de estos estoy con ganas de hablar para comentarte la penúltima conversación que tuve con Gamoneda. A raíz de la opinión de una periodista leonesa que se refiere a la poesía de Antonio como realista, pues me dio pie para conversar sobre el tema. Ya hablaremos.
Enhorabuena, querido amigo Jerónimo, por esa obra, seguramente la primera de una gran saga, y por el tiempo de inspiración que estás viviendo desde hace ya muchos poemas.
Un fuerte abrazo.
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No has podido terminar este poemario o sí porque llegaste hasta el noveno. Poesía crepuscular. Grande tu poesía.
- Carmela Viñas
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Re: Poemas de mí (I)
Me quedo con estos versos, en esa súplica por recordarlo en un poema:
"Y si en mi ausencia pensáis en mí, rezadme algún poema."
Ya en la Luz.
Recinto de las divinidades
en el vestir de la metáfora.
Encaje de su magnificencia.
https://filan2.blogspot.com/?m=1
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Re: Poemas de mí (I)
Un poema de amor real. Eres un gran amor, Jeronimo! Hasta que nos volvamos a ver.Jerónimo Muñoz escribió: ↑Vie, 26 Ago 2022 13:01 POEMAS DE MÍ (I)
Entran en mi corazón los humos de la posibilidad.
Afuera, las tentativas impertinentes, la trascendencia.
Afuera, el clamor de los desprovistos, de los necios.
En mí, solo verdades que nunca lo han sido ni serán.
Os hablo de mi piel, de las carencias de mi máscara.
Cuando pronuncio mis extensiones, solo quiero decir que las amo.
Cuando canto a la inseguridad, me reclino en las plumas no rotas.
Siempre tengo bajo mis párpados retazos de muslos desnudos
pero sobre mis hombros el fruto de mil ensayos fallidos
de los que aprendí el verdadero idioma de la lluvia.
El aroma penetrante de los pájaros muertos me hace daño.
También todo lo que comienza sin visos de terminar.
No quiero que penséis que desdeño la anestesia,
porque ella me apoyó en los años de la mentira.
Ahora os enseño mi cuerpo, todo crudo, todo sed.
Miradme bien y no me juzguéis sin antes haberme besado.
Creed que todo lo que os digo es cierto, os lo ruego: creedme.
Y si en mi ausencia pensáis en mí, rezadme algún poema.
Hay mucha edad en el cuerpo que sustenta mis canciones,
pero sigo sembrando mis pequeñeces por los senderos,
esos senderos aburridos por los que nadie pasa.
Y, sin embargo, me acongojo cuando escucho el fragor del oleaje.
Tengo miedo de las ánforas submarinas que no contienen nada,
de los arcángeles del perfume que me insultan,
de los santos,
de los inflamados,
de los inimitables.
Os muestro mis anhelos que defiendo sin ira
y mis lágrimas en los amaneceres.
Abro mi pecho a vuestros ojos para que la oscuridad no me asuma.
Venid, venid a mis dedos y a mi recalcitrante alegría.
Venid, que no aspiro a vuestro aplauso ni a vuestro metal.
Os aseguro que amo la tierra y sus brotes;
amo el mar y la plata de sus esqueletos, y sus ruinas;
amo la sangre no derramada,
amo la luz de las pérdidas.
Amo el ser.