La Editorial Alaire, auspiciada por la Academia de Poesía Alaire, pone gratuitamente a disposición de sus foristas registrados, varios foros de poesía, prosa literaria, debates…, para que puedan publicar sus obras e interactuar entre ellos, así como, la tienda de libros donde se muestran las publicaciones, tanto en papel como en formato digital, estos mediante descarga gratuita. La razón de ser de nuestros foros se centra en promocionar la poesía, mediante las obras de los autores que participan en la plataforma de la Academia de Poesía Alaire. La promoción de la poesía, a nivel del mundo de habla hispana, conlleva una enorme responsabilidad, por ello, pedimos la máxima implicación de todos los miembros de Alaire. Vale recordar al gran maestro Dumas: uno para todos y todos para uno. Muchas gracias por todo, queridos compañeros.
Vi al abuelo, mirar al horizonte. ¿En qué piensas?, le dije.
En las buenas personas que conocí: en los serenos,
en Paco, el vendedor de globos, en Manuel el ropavejero,
en Jesus el picapedrero, en los cocheros, los faroleros
en los repartidores en burro, en el huevero, el molinero,
y en Miguel el sastre, o en Julián el chatarrero.
Muertos ya, todos ellos.
Recuerdo mis amores con las lavanderas.
En aquellos sonidos como el silbato del afilador, o la, música que producía
el movimiento de la manivela del organillero.
Me habló del labrantío; de los aldeanos, de aquella buena gente lanzando la mies.
De la reja rompiendo la tierra, de los bellos campos, de la yugada, de los bueyes,
de la yunta y su yugo, su uñir en la labor, del sudor en su cuerpo.
Cuando la escasez de los pastos, teniendo que comer el ganado, solo ramón.
Me habló del herrén, de los manojos, de la media de trigo, de la hacina, de la panera.
De la poda de los árboles, con macha o podona afilada, de la parva y de la era.
Rememoró la mancera; el mandileto de las borregas.
Pienso, me dijo, en tu abuela, mujer tan bella en el hilar,
en su rueca y en el uso. Cuando los fríos, con toquilla vestía tu abuela.
Pienso en aquellas noches heladas cubriéndonos con tapabocas.
También en tu padre y sus primeros dientes,
untándole rescaño, para aliviar su escozor.
Fueron tiempos, idos, muy duros y bellos.
Me di cuenta de que en el campo de sus ojos, los rastrojos,
habían hecho llorar al abuelo.
Le di un abrazo, un beso y me fui.
Tierno y melancólico. Me gusta la mirada tan serena, limpia y aferrada a la tierra del abuelo. Y la escucha, la despedida tierna del nieto. Me emocionó, Gabriel. Gracias por compartir.
Un abrazo.
Tu profecía, poeta.
-Mañana hablarán los mudos:
el corazón y la piedra.
-¿Mas el arte?..
-Es puro juego,
que es igual a pura vida,
que es igual a puro fuego.
Veréis el ascua encendida.
Gracias Gabriel por compartir esos recuerdos que perduran en la memoria.
Tienes que dar gacias por tener esos recuerdos porque conviviste con ellos.
Hay quienes como yo no tienen ni las fotos.
Ma alegro mucho por ti. Un abrazo.
Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
Francisco Luis Bernárdez