atraparan, de repente, la sonrisa de mis sueños,
y anduviera a ciegas entre muros de ceniza y hielo,
sé que sobreviviría con solo sentir tu infinito amor
navegando en mis células.
Si acaso la soledad más lastimera
fuera hoz clavada en mis entrañas,
y sangrante de tu ausencia contemplara
cómo se apagan los ojos que tallaron complicidad
en nuestras noches,
sé que regresaría para amarte luego de la muerte.
Unida a ti como oboe del viento que en su silbido te nombra,
como espiga de luz naciendo en tus andares y en tu pecho.
Carmela Viñas