De la nada al todo
un instante,
millones de siglos.
Materia.
Del todo a la nada
¿Cuándo?
II
La señora afirma:
basta de la dicotomía hombre-mujer
solo cuestiones de lenguaje.
¨Si¨ asienten las perfumadas cabelleras.
Un nuevo capitulo de la batalla,
la señora emerge victoriosa.
Aplausos.
III
Los perros, la calle, los charcos, la lluvia.
Aroma a ultrajada urbe.
Aparatosos autobuses absorben gente como pacmans
las digieren por sus intestinos
y las defeca en la esquina siguiente.
IV
Volver a la madre
garantizará la paz en el mundo.
Aplausos.
V
La plaza, las flores, lo verde…
Los árboles se despabilan. Heroicos resistentes
conspirando en silencio.
La próxima primavera inundarán los grises ríos
con sus hojas.
VI
Mujer
criarás tus dominadores
y cuidarás el hogar.
Hombre
trabajarás, eres el fuerte.
VII
La sonrisa del presentador, el hielo,
una pulposa vulva emerge brillante.
Aclamación de las masas.
VIII
El hombre de gruesas rastras, su palacio,
el humo, despegue, diminutas manzanas.
Risueñas mariposas en la punta de sus dedos,
el impecable sonido de sus cuerdas.
IX
Oh ríos, oh mar
¿Cuándo?
X
El angelical rostro de palomas
abre su boca de pureza impoluta.
El disparo vierte toda su corrupción
sobre la inocencia de su lengua.
Traga
vorazmente el blanco río de sus valores.
XI
Del útero al ruido
sin escalas.
Explosión fundacional.
XII
Busca.
Hurga allí en las entrañas de tu día.
Bautízalo, es tuyo.
XIII
Siempre de espaldas al mar,
al mundo.
Negación sistemática y premeditada de la inmensidad.
El todo en este papel
aquí y ahora.
La nada creándose
tras de mí,
allí donde no llega el radio de los ojos.
XIV
El elefante ingresó triunfal por la avenida principal
¨Vengo a recuperar lo mío¨
bramó
ante los atónitos rostros urbanos.
El primer disparo atravesó su trompa.
el segundo fue mortal,
el resto
de pura advertencia.
XV
Tierra
tu estruendosa carcajada de venganza
será lo último que se oiga.
Luego el merecido parricidio.
XVI
Basta mujer. No corras más.
¿Acaso no sabes que, desde el comienzo,
el radiante epicentro de tu ser
ha marcado los destinos de la humanidad?
XVII
Viejos fusiles luxan delicados hombros infantiles.
En sus manecitas la herramienta,
en la frialdad de sus contaminadas mentes
la férrea voluntad de matar.
¡Marcha! uno, dos, tres…
El general ha muerto.
Una bandera extendida sobre el ataúd,
su sable ensangrentado,
el críptico canto de las cornetas,
el llanto ingenuo de sus deudos.
XVIII
Ley
monumental intento
de marcar conductas.
Instrumento.
Medio, nunca fin.
XIX
La hondura de los rostros, los pasos, el asfalto.
Disfraces y mascaras
camuflando angustias que desfilan
errantes.
XX
La historia es la historia de las luchas por el poder
y la de sus vencedores y caídos,
y la sangre…
profunda y negra
sangre de la historia.
XXI
¨La libertad es tuya, disfrútala¨
reza el spot publicitario.
Millones de esclavos consumiendo el producto.
XXII
Toca tu cuerpo, siente tus extremidades.
Pálpate.
Búscate entre la jauría,
entre la homogeneidad de rostros.
Entre la masa uniforme de carne
hállate
¡hace años que estas vivo!
XXIII
Poesía: conjunto de florecidos símbolos,
fragoroso núcleo de luz
que proyecta sus cristalinos rayos
sobre los oscuros claustros
del pensamiento.
Poesía: conjuntos de amorfos símbolos
que nubla, con sus oscuros rayos,
la luz del pensamiento.
XXIV
Un anciano con su cara a cuestas
sale al balcón y enciende un cigarrillo,
mira a ambos lados de la calle:
extensión irregular de techos, chimeneas copulando el cielo,
los negros nervios urbanos enmarañándose con el humo,
los postes de luz incrustados en la ajada piel de la ciudad.
Arroja la colilla a la selva,
su oportunísima cara se introduce.
Cierra la persiana.
XXV
La señora afirmo:
la mujer ha vivido oprimida bajo el yugo machista,
mientras cruzaba sus deliciosas piernas
y balanceaba el taco en la punta de su pie.
Aplausos.
XXVI
Desfilan monótonos los niños al altar
el viejo obispo extiende sus manos, retumban los tambores,
humea el hipnótico canto desde el ala izquierda,
las frentes ungidas, elevadas, confirmadas,
brillando
en el punto culmine del ritual.
XXVII
El furioso galope de cien yeguas
desgarrando el ocaso, quebrándolo
en imposibles gajos violetas y naranjas;
y el esquivo olor del invierno
sangrando en el pasto,
parecen florecer
esporádicamente
en la vestíbulo de los ojos.
XXVIII
Nos lo merecemos, hemos vivido
lujuriosamente
derrochando tus entrañas
Solo dime
¿Cuándo?
XXIX
Son ellos,
los que arañan la planta de los pies.
Los muertos,
que se aferran ferozmente a nuestros vivos tobillos.
Advirtieron que
(la) nada existe.
XXX
El sol descendiendo
por delgadas lianas de luz,
a menudo dibuja una sonrisa
sobre los ojos agobiados,
marchitos de inhalar cemento.
XXXI
Refucilan los televisores,
la familia muda en torno a la cena,
la imagen reflectada en los hipnotizados rostros.
Afuera, en la calle,
la luna
vierte su plata
sobre el costillar raquítico
de un perro que la ignora.
XXXII
Ley 1
artículo 1: Decreto la eliminación del día domingo
como medida tendiente a prevenir suicidios.
artículo 2: Decreto la prohibición del suicidio.
artículo 3: Decreto la pena de muerte para el suicida malogrado.
XXXIII
Vuelve amigo
yo limpiaré tu frente ensangrentada
y curaré las heridas de tus manos.
Vuelve
estoy dispuesto a besar tus pies magullados;
pero ven desnudo,
despojado de tus purpúreos mantos,
ausente de tus actuales palacios.
Te añoro y te necesito.
XXXIV
La noche mágica
llegará con sus colores
y sus hordas de extrañas gentes,
con sus danzas, brebajes y humos,
y la imperiosa misión
de liberarnos.
XXXV
Relojes
talando piernas con el filo del minutero,
clavando la gruesa aguja de las horas
en las apresuradas mentes.
XXXVI
De aquellos memorables valles
los frescos rumores de hierba,
la tierra, las flores; lo salvaje y virgen.
Oh bosques y sabanas,
en la memoria milenaria del hombre
retumba el voluptuoso rugido del león rey.
Verde perdido, desteñido verde
muerto.
XXXVII
Ultimo vuelo
después la terrenal llanura.
XXXVIII
Las ínfimas causas, los imperceptibles motivos,
el afuera
determinando
inconscientemente
las rutas (escogidas).
XXXIX
¡Oigan, oigan el grito desfalleciente
del que se pulveriza en sus entrañas!
¡No lo dejen morir entre los pliegues de las armaduras!
XL
Creo que el rio se ha secado.
Los ojos permanecen inmutables
ante las formas.
Por el momento lo objetivo ha claudicado
su prolongada detonación.
No hay reacción posible,
ya he derramado todas mis letras.
Fermín Lasarte