Mi corazón dormido sobre una primavera
que no tiene balcones para colgar tu risa.
Mi luz amortajada por siglos de silencio
ondeando banderas a un adiós que agoniza.
Llueve en el cielo oscuro que dibuja tu rostro,
en la tarde vacía, en el bosque de piedra.
Me ha dolido tu amor y no puedo negarlo,
me duele hasta esta lluvia que no cae y se aleja.
Llueve en las soledades largas de la avenida,
sobre los institutos que guardaron tu huella.
Me duele el pensamiento que no encuentra consuelo
en este divagar que muere ante tu queja.
2
Puedo ser en la lluvia un gitano que vuelve
cantando a los caminos su pena y sus caricias,
que sufre entre las flores silvestres de la tarde
y agita entre los vientos la cruz de su camisa.
Puedo ser en la lluvia un poeta que siente
el lento suspirar de su boca cansada
que ya no tiene rima, ni una lengua de fuego
y abraza las canciones tristes que me cantabas
persiguiendo las venas turbias de tus estanques,
penando entre tus diques que no tienen ventanas.
3
Tus celos apagaron la isla de Neruda
y la mueca de Brel que rugía en mi alma.
Tu furia me ha dejado el corazón sin arte,
lo busco en el recuerdo y no avivo su llama.
Llueve sobre los muros quietos de la avenida,
sobre el parque quejoso que ha perdido su luna.
Llueve sobre los charcos que acogen el destierro
de aquella soledad que no me deja nunca.