de una libreta comprada a inmigrantes
con ojos rasgados
en grandes locales de a euro.[/LEFT]
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[LEFT] En un séptimo hueco de una ciudad
que no me dice nada, fría;
en mesa camilla y balancín de infancia,
sueños de adolescencia.[/LEFT]
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[LEFT] Frente a mi portátil acer, con la sola compañía
de eternos anuncios e imágenes de costado.
Una habitación semidesnuda,
un buda de falso cobre
en el suelo, pues no tengo
más mueble que aquéllos.[/LEFT]
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[LEFT] Tan cerca, tan lejos, de las personas
a las que quiero,
-entre ellas una Piscis de fuego-.[/LEFT]
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[LEFT] Quería versar sobre mi oficina, pero
no me inspiran nada los lugares cerrados,
las caras sin rostro
de hombres ensimismados,
que no se diferencian en nada
del resto del mobiliario.[/LEFT]
[LEFT] Sólo tengo el calor- nada humano-,
del aire acondicionado.[/LEFT]
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[LEFT] No se me ocurre nada más de un lugar que calla.
Con el mando a distancia apago este programa,
combate de pesos pluma,
políticos del tres al cuarto
que no hablan a nadie, pues nada dicen.
¡Iros al carajo![/LEFT]
[LEFT] No escribo nada más,
prefiero escuchar
canciones del pasado
en cds sin pagar el canon.[/LEFT]
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[LEFT] Tal vez sea esto prosa,
me perdonen los literatos.
Me estoy cabreando, pues mi conexión a internet,
que robo a no sé quién,
no encuentra una red
donde entrar en mi único refugio:
el portal literario.[/LEFT]
[LEFT]
Soy adicto al lsd.
Acabo mi café, apago el puto cigarro, y
bajo a la oficina para encontrar,
en el infierno terrenal[/LEFT]
[LEFT] una red donde ver y palpar[/LEFT]
[LEFT] el cielo de los poetas,[/LEFT]
[LEFT] respirar aire renovado.
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