El segundero se traga las ganas, le sudan los dedos,
el clip del bikini percibe el mordisco a los solsticios.
Hiemal, quita el sombrero a la “î “,
es preciso que Moët &Chandon
burbujee las cosquillas del ¡ aysss, sííí ! .
A luz de gas, siempre puede hacerlas el ¡ ayss no !, en jaque mate.
Canela, natilla y Martini sin aceituna
para un piercing de zarzamora
mientras sudan edredones, parámetros y coordenadas.
Puede ser que la luna, experta cocinera, haya hecho un marmitajo
aliñando soles y calendarios ,
entonces sea el glass-Vernal quien cautive tu garganta,
los dedos,
guardaespaldas sobornados al exilio de la ropa,
y las olas,
celestinas a desmayos de tirantes.
Entre los labios, cocteleras de Gin-Tónic
y al naufragio,
un mimo de limonada aterrizando en la nuca,
se deslice sin pudores,
por la Curva de Praxiteles.
Causa-efecto amando amar amado desplome de los tabúes.
Reafirmo: es tiempo de aprehender solsticios al imán de las edades.

(Pues eso, que los solsticios desconocen, del amor, las edades, siempre es tiempo para jugar con la curva de Praxíteles no? Pues sí.)