I
Si bien es placentero,
no creas que es tan fácil recorrer cabos, istmos,
arribar a islas, playas, surcar sin chapitel
mares de aguas calmadas o enfurecidas
o intentar abordar la rosa de los vientos
Nunca podrás hacerlo solamente en un día,
ni siquiera en una noche de lienzos solazados,
que hay secretos en los espacios para colmar mil lunas
y navegar tu cuerpo…
…es dar la vuelta al mundo.
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II
Si un temporal,
borrasca
o despiadado bramido del mar
te zarandean
busca la Cruz del Sur,
corrige el rumbo
y fíate de la mano de la que recelaste.
Mi cuerpo
-clave cifrada-
será tu carta de navegación.
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III
Reconoce concienzudamente las orillas
descubre el estanque de la flor de loto
y acaríciame
piel a piel,
sin que te tiemblen las piernas,
sin brumas en la mente.
Deja que te transporte la brisa
entre cúmulos de sutiles nimbos,
bucea,
sofócate,
ablándate
y no renuncies al aroma, al dulce y a la sal
del vertiginoso maremoto de mis besos.
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IV
Merodea,
sufre,
mercadea miradas,
emerge,
infiltrarte…
estrecha el cerco y busca el secreto oculto
-cripta de los estuarios-
Siéntelo,
gime,
gira,
dibuja geometrías espaciales,
descubre la pulsera del tobillo
piel,
piel,
analítica descriptiva.
Anémico bostezo.
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V
Óyeme, laberinto sin sentido,
escucha cómo suplica el relente
y reclama el aliento de tu boca,
sobresalto amotinado al contacto de mi piel conmovida,
cala que se encumbra creando microscópicas cordilleras,
sumisa cerviz que desciende al océano de tu seno…
pleamar que a tu corazón musita:
¡ven, explora la gruta del rocío!
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VI
Aúlla,
Implora,
aborda con bravura el acoplamiento de los océanos,
despójate de miradas furtivas –lascivas-
irrumpe como las rosas del M’Goum
y suspira dragando pasiones ocultas,
derroca el arbotante desde lo alto de la gavia,
cimbra tus intuiciones y
-apenas con un pestañeo-
yo surgiré de los sargazos y adornada de corales
traspasaré el dominio del fuego
y te entregaré –al cabo- mi buena esperanza.
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VII
Debes poner proa hacia el Sur
- estela matutina –
inmensidad de espejos azogados.
Apareja la jarcia de arboladura
y deja que el viento sople el velamen.
Suspira,
anhela,
agoniza un poco,
muerde la manzana y
sucumbe apacible y mansamente.
Muere frente a la mirada que dilata el goce
y siéntete mi náufrago.
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© Marisa Peral Sánchez - 30 junio 2022
Recopilación de Fragmentos publicados en el foro de poesía Alaire en febrero-marzo 2013