
En la hipérbola fugaz de nuestros vuelos
allí donde la voz trasmina las paredes del silencio,
solamente allí,
podrá encontrar reposo la pasión que enjaula la memoria.
Yo,
con la fuerza que convoca el pulso renacido,
sabiéndome titán sobre el tapiz oscilante de los sueños
buscaré en las tibias calinas de tu rostro
el mágico dulzor de sus ojos esmeralda
para poder cantarte.
Y tú,
pistilo fecundado por mis palabras de cristal,
siempre abierta a los imanes del reencuentro
sentirás en el arpa convexa de tus manos
el cálido deshielo que provoca el fuego de mi verso
cada vez que te diluyas en sus olas musicales.
Entonces,
nuestras bocas cristalinas no tendrán nada nuevo que decirse.
Los recíprocos deseos que vivieron el exilio
viajarán ya junto a nosotros en las alas del viento del oeste.
*Andros