Ya sabes...

[F. Enrique]

algo que el reflujo del tiempo
no podía contener en su retina,
como una especie nueva sin catálogo,
bella, pero, excesiva,
esa nota de un jazz de Coltrane
que queda - alguna vez- suspendida,
esas mariposas que no aprendieron a libar,
esos pájaros que deciden suicidarse
y se olvidan -premeditadamente-de volar.

Sensibilidad e ingenio a raudales, así se escribe un poema rabiosamente moderno. De lo mejor que te he leído.

[enrique sanmol]

Ya sabes que nos reconoció
el color impenitente del frío,
conocíamos -sobradamente-
la escenografía de una noche sin sueños,
éramos -por siempre-, los huérfanos de la noche,
en la niebla de los calendarios
fuimos una especie desprotegida,
insumisa, en desorden,
algo que el reflujo del tiempo
no podía contener en su retina,
como una especie nueva sin catálogo,
bella, pero, excesiva,
esa nota de un jazz de Coltrane
que queda - alguna vez- suspendida,
esas mariposas que no aprendieron a libar,
esos pájaros que deciden suicidarse
y se olvidan -premeditadamente-de volar.
Hubo, -también-, cosas hermosas
que nos reían en la piel
y en las manos nos dejaban su sonrisa,
un gesto cálido en mitad de tanto invierno,
la carta abandonada por un suicida.
No aprendí nunca a predecir el futuro,
como aquel pez que se escurre de las manos,
así fuimos en la nada,
como si nunca hubiésemos sido antes.

Gran poema, Carmen, en un registro que, al menos este lector, desconocía.

Se te echa de menos.