Tachones en el libro de la vida

[Mirta Elena Tessio]

Debe ser que la noche me aturde,
o tal vez sea ese día oscuro, lúgubre,
que no tiene intención alguna de brillar.
Más allá de ello,
he amanecido con la mente cegada,
ni tan siquiera esa ducha matutina,
llena de vapor, alimenta mi apatía,
mi irreverente desgana.
Me ha dejado en una situación confusa,
sin ánimo y en precariedad de energías.
No controlo el hervor
de una leche dispuesta a aclarar un café
tantas veces colado y exprimido.
Esa torpeza realza aún más mi abandono,
el pequeño gran desastre de una cocina
alicatada de lamparones, sucia,
desordenada como la tierra en un día de lluvia.
Pero el tiempo alocado se agota,
y es ahora, cuando observo,
que a la camisa le falta un par de botones,
que el jersey está arrugado y lleno de bolas,
que la raya del pantalón no está en línea,
que los zapatos aún poseen barro
y que a este par de calcetines
les vendría bien algún que otro zurcido.
Pero esto no es más que otra
triste serenata de torpezas y desastres,
otro tachón en el libro de mi vida.
Me pregunto si es importante,
si realmente importa
que el día amanezca gris y disgustado,
si efectivamente es un problema
que el sol se tome el día libre,
y que sea cierto que la noche me aturda.
Acaso nada tenga culpa alguna,
tan solo este cuerpo,
en continua lucha con la mente,
invadido por el desasosiego
y de su mismo desastre,
sea el que firme este simple y deprimido
certificado de incompetencia.
Posiblemente, mañana lucirá de nuevo el sol,
más yo seguiré en un mundo gris oscuro,
alimentando de tachones el libro de mi vida.

Alejandro tengo un profundo respeto y mi admiración por lo que escribes.
Estos tachones en el libro de la vida, de tu vida tenga que ver con nuestros desastres.
Nos pasa a todos. Me veo reflejada en la desdicha, no hay ser humano que no experimente esa sensación.
Y no es fácil disimular, o reprimir. El pensamiento es nuesro peor enemigo, también es difícil no pensar, pero hay un libre alvedrio que viene con nosoros, entonces pensemos, transmutemos ese pensamiento negativo, lo envolvemos en un color violeta , y lo enviamos al cielo, eso es un intento de cambiar nuestros desastres.
Y aunque no lo crea y no lo enienda y no lo quieras el sol esta allí, paras que salgas de ese gris oscuro. Tampoco es malo ese gris, ese gris es aceptar que eres uno de los pocos diferentes, el diferente es aquél que sale de lo común. Aveces tenemos que cambiar el modo en que hablamos, no eres para nada incompetente, todo lo contrario, solo eres diferente, si todos fueramos iguales sería muy aburrida la vida y justament en las diferencias esta lo atractivo de la vida. Te mando un beso. Sé feliz , porque si tu eres o intentas ser feliz, los demás somos felices.Va otro beso.-

[Ana Estepa]

Hay momentos en los que lo cotidiano se vuelve una cuesta tan empinada, que dan ganas de dejarse rodar hasta abajo del todo.
Así me siento ahora. Leer poemas y contestar los míos me resulta difícil.
Me identifiqué con tus versos.

[Josefa A. Sánchez]

Nada que tachar en este libro de versos que nos enfrenta al lado mas gris del espejo. Un gusto leerte.
Un abrazo.
Pepa

[xaime oroza carballo]

Debe ser que la noche me aturde,
o tal vez sea ese día oscuro, lúgubre,
que no tiene intención alguna de brillar.
Más allá de ello,
he amanecido con la mente cegada,
ni tan siquiera esa ducha matutina,
llena de vapor, alimenta mi apatía,
mi irreverente desgana.
Me ha dejado en una situación confusa,
sin ánimo y en precariedad de energías.
No controlo el hervor
de una leche dispuesta a aclarar un café
tantas veces colado y exprimido.
Esa torpeza realza aún más mi abandono,
el pequeño gran desastre de una cocina
alicatada de lamparones, sucia,
desordenada como la tierra en un día de lluvia.
Pero el tiempo alocado se agota,
y es ahora, cuando observo,
que a la camisa le falta un par de botones,
que el jersey está arrugado y lleno de bolas,
que la raya del pantalón no está en línea,
que los zapatos aún poseen barro
y que a este par de calcetines
les vendría bien algún que otro zurcido.
Pero esto no es más que otra
triste serenata de torpezas y desastres,
otro tachón en el libro de mi vida.
Me pregunto si es importante,
si realmente importa
que el día amanezca gris y disgustado,
si efectivamente es un problema
que el sol se tome el día libre,
y que sea cierto que la noche me aturda.
Acaso nada tenga culpa alguna,
tan solo este cuerpo,
en continua lucha con la mente,
invadido por el desasosiego
y de su mismo desastre,
sea el que firme este simple y deprimido
certificado de incompetencia.
Posiblemente, mañana lucirá de nuevo el sol,
más yo seguiré en un mundo gris oscuro,
alimentando de tachones el libro de mi vida.

Comparto todos y cada uno de tus versos; tampoco sale mucho el sol por estos lares y me lavo las manos en los charcos del camino.
Gracias, hermano.

Fonda aperta.

[Alejandro Costa]

Muy bien, Alejandro.

Gracias como siempre. Por tu seguimiento y tus alentadores comentarios.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Debe ser que la noche me aturde,
o tal vez sea ese día oscuro, lúgubre,
que no tiene intención alguna de brillar.
Más allá de ello,
he amanecido con la mente cegada,
ni tan siquiera esa ducha matutina,
llena de vapor, alimenta mi apatía,
mi irreverente desgana.
Me ha dejado en una situación confusa,
sin ánimo y en precariedad de energías.
No controlo el hervor
de una leche dispuesta a aclarar un café
tantas veces colado y exprimido.
Esa torpeza realza aún más mi abandono,
el pequeño gran desastre de una cocina
alicatada de lamparones, sucia,
desordenada como la tierra en un día de lluvia.
Pero el tiempo alocado se agota,
y es ahora, cuando observo,
que a la camisa le falta un par de botones,
que el jersey está arrugado y lleno de bolas,
que la raya del pantalón no está en línea,
que los zapatos aún poseen barro
y que a este par de calcetines
les vendría bien algún que otro zurcido.
Pero esto no es más que otra
triste serenata de torpezas y desastres,
otro tachón en el libro de mi vida.
Me pregunto si es importante,
si realmente importa
que el día amanezca gris y disgustado,
si efectivamente es un problema
que el sol se tome el día libre,
y que sea cierto que la noche me aturda.
Acaso nada tenga culpa alguna,
tan solo este cuerpo,
en continua lucha con la mente,
invadido por el desasosiego
y de su mismo desastre,
sea el que firme este simple y deprimido
certificado de incompetencia.
Posiblemente, mañana lucirá de nuevo el sol,
más yo seguiré en un mundo gris oscuro,
alimentando de tachones el libro de mi vida.

Alejandro tengo un profundo respeto y mi admiración por lo que escribes.
Estos tachones en el libro de la vida, de tu vida tenga que ver con nuestros desastres.
Nos pasa a todos. Me veo reflejada en la desdicha, no hay ser humano que no experimente esa sensación.
Y no es fácil disimular, o reprimir. El pensamiento es nuesro peor enemigo, también es difícil no pensar, pero hay un libre alvedrio que viene con nosoros, entonces pensemos, transmutemos ese pensamiento negativo, lo envolvemos en un color violeta , y lo enviamos al cielo, eso es un intento de cambiar nuestros desastres.
Y aunque no lo crea y no lo enienda y no lo quieras el sol esta allí, paras que salgas de ese gris oscuro. Tampoco es malo ese gris, ese gris es aceptar que eres uno de los pocos diferentes, el diferente es aquél que sale de lo común. Aveces tenemos que cambiar el modo en que hablamos, no eres para nada incompetente, todo lo contrario, solo eres diferente, si todos fueramos iguales sería muy aburrida la vida y justament en las diferencias esta lo atractivo de la vida. Te mando un beso. Sé feliz , porque si tu eres o intentas ser feliz, los demás somos felices.Va otro beso.-

¡Qué especial eres, Mirta!

El comienzo del comentario me ha emocionado. No sabes lo que me alegra leer eso.

Aunque no lo parezca, soy un hombre muy positivo y tengo buen sentido del humor, a veces, como dice Kika, mi mujer, parezco un payaso en un jardín de niños.

Pero me transformo cuando escribo. Quizás venga influenciado por mi gran ídolo Miguel Hernández, el masacrado escritor, poeta, que luchó siempre por atacar a la injusticia y defender al desamparado.

Pero eso es todo. Soy poeta y debemos ser magos de nuestras palabras y nuestros versos.

Repito, eres especial y como tal te doy eternas gracias.

Y por supuesto, un beso desde el corazón.

[Alejandro Costa]

Hay momentos en los que lo cotidiano se vuelve una cuesta tan empinada, que dan ganas de dejarse rodar hasta abajo del todo.
Así me siento ahora. Leer poemas y contestar los míos me resulta difícil.
Me identifiqué con tus versos.

No leas y no contestes, siente y habla con tus amigos, como si las teclas fueran tus labios y tus ojos, el corazón.

No dudes en hablarme, que yo trataré de enseñarte lo grande que es esta comunidad de amigos, compañeros y poetas.

Más allá de ello, disfruta.

Y gracias por acercarte a mí y seguirme.

Un besazo, corazón.

[Alejandro Costa]

Nada que tachar en este libro de versos que nos enfrenta al lado mas gris del espejo. Un gusto leerte.
Un abrazo.
Pepa

Me alegra verte y sentirte, Josefa.

Es un placer tenerte en mis letras. Sabes que te respeto mucho.

Un beso.

[Alejandro Costa]

Debe ser que la noche me aturde,
o tal vez sea ese día oscuro, lúgubre,
que no tiene intención alguna de brillar.
Más allá de ello,
he amanecido con la mente cegada,
ni tan siquiera esa ducha matutina,
llena de vapor, alimenta mi apatía,
mi irreverente desgana.
Me ha dejado en una situación confusa,
sin ánimo y en precariedad de energías.
No controlo el hervor
de una leche dispuesta a aclarar un café
tantas veces colado y exprimido.
Esa torpeza realza aún más mi abandono,
el pequeño gran desastre de una cocina
alicatada de lamparones, sucia,
desordenada como la tierra en un día de lluvia.
Pero el tiempo alocado se agota,
y es ahora, cuando observo,
que a la camisa le falta un par de botones,
que el jersey está arrugado y lleno de bolas,
que la raya del pantalón no está en línea,
que los zapatos aún poseen barro
y que a este par de calcetines
les vendría bien algún que otro zurcido.
Pero esto no es más que otra
triste serenata de torpezas y desastres,
otro tachón en el libro de mi vida.
Me pregunto si es importante,
si realmente importa
que el día amanezca gris y disgustado,
si efectivamente es un problema
que el sol se tome el día libre,
y que sea cierto que la noche me aturda.
Acaso nada tenga culpa alguna,
tan solo este cuerpo,
en continua lucha con la mente,
invadido por el desasosiego
y de su mismo desastre,
sea el que firme este simple y deprimido
certificado de incompetencia.
Posiblemente, mañana lucirá de nuevo el sol,
más yo seguiré en un mundo gris oscuro,
alimentando de tachones el libro de mi vida.

Comparto todos y cada uno de tus versos; tampoco sale mucho el sol por estos lares y me lavo las manos en los charcos del camino.
Gracias, hermano.

Fonda aperta.

Pues toma mi mano y yo tomaré la tuya.

Nada se pondrá en nuestro camino.

Gracias, compañero.

Abrazos.