
Dardo a mis costados,
aleteo de colibrí herido en las clavículas,
ángel desterrado,
seas o no seas, dueles.
Tus mejillas se lavan con la sangre de las estrellas.
Tus pomposidades, una musa,
ya seas mujer, o árbol milenario,
masculino o femenino.
Esta moda de tiempo que nos viste,
nos hace acomodarnos cabeza con cabeza.
Son saltos cuánticos al vacío,
eternamente instantáneos.
Son las pieles que se rozan,
o el ingenio de las palabras,
y admiro las encrucijadas que tuve que sortear,
sin ellas nunca habría llegado a ti,
con una cruz en mis ojos.