
Velando por el infinito, un corsé de estrellas,
vestían de amarillo las hormigas,
una larga cola de golondrina,
plumas en procesión a hombros del viento,
la fractura de un tronco, a lo lejos,
volaban las astillas, sobre el río,
hasta que cayeron, y el árbol, muerto,
sombras de mantequilla tiñen el agua,
cortan todas en fila, como una alambrada.
Mi corazón se abruma, colibrí tembloroso, en la niebla,
sangre en el horizonte, la noche se despuebla,
sobre un lecho de gusanos, casi toca la tierra,
todos mis sentimientos traspasados,
ah, figura de música, canción de silencio,
pasa una culebra, se queda mirando,
ese acorde no es suyo, pero puede tocar mi alma.
Mis labios espesaron, humo de medialuna,
traquetea el deseo hacia lugares sin cima,
se desplaza mi piel
bajo distintas sábanas -El tiempo me buscó un hogar con contrastes.-,
una es este remanso de cielo,
la otra es un nido de avispas.