I
Selladas con piedras están sus moradas,
una blanca sombra recubre sus caras,
la misma ceguera nubla sus miradas:
Nefelim, hijos de la serpiente alada.
II
El azul de aquel cielo me iba cubriendo,
y con el manto verde me arropó el viento.
Un escudo de armas adornó mi lecho.
Y la tierra me daba calor eterno.
III
Creciente velo blanco, magia en mi entorno
la luna se oculta y mi encanto se va apagando.
Luz que desvelas la noche, crea esa magia cautiva:
mi noche necesita esa luz que la ilumina.
IV
Sentir de vida con el alma tan rota,
llanto de muerte solo con una herida,
quién te viera tan afligida, sin vida.
O tan viva: todo se dio en una noche.
