Palabras en Mi mayor

[Pablo Sales]

Esta vez la cita fue en la puerta del Auditorio.
Dentro esperaban Antón Bruckner
y ochenta músicos dispuestos a que olvidáramos,
durante dos horas, cualquier adversidad.
La conversación fue decayendo y las voces
perdiendo urgencia, expectantes ante el comienzo
de lo más parecido a un oficio laico.
Se apagaron las luces y por un instante,
la respiración se contuvo: luego, la música
amaneció en la oscuridad. Asistíamos
sin saberlo, al desarrollo de una vida, cualquiera,
desde su aparición casi pidiendo permiso, hasta
su irremediable final, pasando de accidente
en accidente y de sueño en sueño.
Una mirada silenciosa, unas palabras mudas
comentaban en cualquier pausa fugaz del diluvio
de emociones, alguna circunstancia o recuerdo
inseparable de la obra, pues la música
nos fue regalada para compartirse
con quien ama, sueña o sufre.
Al final, los aplausos pusieron fin al viaje
hacia lo más recóndito de nosotros. Luego,
nuestros taxis partieron con distintas direcciones
y un mismo destino: el silencio.

[Concha Vidal]

Y si encima, entre los músicos habían instrumentos como violines, el éxtasis se alcanzó, fijo, para acompañamiento final al viaje.
Exquisito, y como todos tus finales, espectacular. (no suelo alabar, conste)
Como siempre también, saludos mediterráneos.

[Pablo Sales]

A Bruckner nunca le faltó en su orquesta la cuerda. Te agradezco doblemente tu comentario, pues tu paréntesis así lo requiere, Concha. Saludos desde el mismo mar.

[Jorge Salvador]

Un precioso poema, Pablo. Me ha gustado mucho cómo vas desgranando todas las emociones y cómo describes ese cúmulo de sentimientos que inundan los sentidos ante un acontecimiento musical importante como el que relatas. Casi se pueden escuchar los violines.
Felicidades

[Pilar Morte]

Estuve en el concierto de tus versos y me encantó. Se oye y se siente. Los violines elevan. Felicidades.
Abrazos

[Pablo Sales]

Jorge, Pilar, gracias por vuestros comentarios.

[Ana García]

Esos músicos te regalaron palabras porque hicieron hablar a sus instrumentos. Dos horas de vuelo raso hasta llegar al silencio. Seguro que puedes volver mentalmente a ese viaje y degustar momentos especiales.
Te felicito por llevarnos contigo.
Un abrazo.

[Pablo Sales]

Gracias Ana. Son profundos los surcos que la música deja en el espíritu de quien la ama y la comparte.

[Ramón Castro Méndez]

Pablo, qué bien describes toda es liturgia previa, y las sensaciones a posteriori, que se desarrola en la asistencia a un concierto. Admirable originalidad e ingenio. Me ha gustado leerte.

Un fuerte abrazo.

[Alejandro Costa]

Magnífica sinfonía nos has dejado.

Me ha gustado mucho, con la sensibilidad con la que la describes, con un versar que se te hace corto, por su agilidad y belleza.

En definitiva, muy bueno.

Un abrazo.

[Víctor F. Mallada]

Gracias, Pablo, por este viaje sincopado. Que los aplausos del final sirvan también para este sonoro silencio.

Víctor

[José Manuel F. Febles]

Esta vez la cita fue en la puerta del Auditorio.
Dentro esperaban Antón Bruckner
y ochenta músicos dispuestos a que olvidáramos,
durante dos horas, cualquier adversidad.
La conversación fue decayendo y las voces
perdiendo urgencia, expectantes ante el comienzo
de lo más parecido a un oficio laico.
Se apagaron las luces y por un instante,
la respiración se contuvo: luego, la música
amaneció en la oscuridad. Asistíamos
sin saberlo, al desarrollo de una vida, cualquiera,
desde su aparición casi pidiendo permiso, hasta
su irremediable final, pasando de accidente
en accidente y de sueño en sueño.
Una mirada silenciosa, unas palabras mudas
comentaban en cualquier pausa fugaz del diluvio
de emociones, alguna circunstancia o recuerdo
inseparable de la obra, pues la música
nos fue regalada para compartirse
con quien ama, sueña o sufre.
Al final, los aplausos pusieron fin al viaje
hacia lo más recóndito de nosotros. Luego,
nuestros taxis partieron con distintas direcciones
y un mismo destino: el silencio.


Dejo a los músicos a un lado para decorte que, la verdadera múdica, está en tis excelentes palabras. Un señor poema, .
Mis sinceras felicitacionese, desde la soledad de mi isla.

José Manuel F. Febles

[Pablo Sales]

Agradezco tus palabras José Manuel, por lo gratificantes y por venir de quien vienen, un excelente poeta.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Magníficamente atrapado y relatado ese largo instante de la música, de una vida momentánea en toda su intensidad. Música, arte, esencia concentrada, perfume de una vida.

Todo un placer de lectura.

Abrazos y salud.

[Pablo Sales]

Muchas gracias por tu comentario, J.J.