si lo llego a imaginar,
le sesgo en dos
esa panzuda barriga que bambolea insultante,
provocona y desmañada,
amenazando trillizos.
En honor a la verdad, la pamela no intuyó los números
engendrando
- como garbanzos -
vástagos de diez en diez y además,
santoral para nombrarlos :
San Uno, San Dos, San Tres... ¿quién los aupó a los altares ?
Y me resisto a creer que pasaron tantas olas por mi vida,
el espejo ya no me saca la lengua ni bizquea,
el azogue,
la rubia luz del cabello.
Pido tregua y una cita con Don Mago Merlín
y me plante,
en estos surcos que sestean por el andén de los labios,
tres margaritas silvestres que huelan a primavera
y un rosario de semillas con cerezo,
iré rezando despacio los siglos que aún me quedan
para treparme a los pinos,
casi afirmarle a Neptuno
que no,
no ganó la partida
- más quisiera ! -
y a mí,
decirme muy quedo CARPE DIEM,
como si fuera un te quiero despacito,
de los años.

(Pues nada, de nuevo andan de paseo los señores años y deciden pararse a mi verita, no vaya a ser que me pierda, o los pierda. No nos llevamos ni bien ni mal, sencillamente nos llevamos (yo muuucho mejor que ellos, los años) je)