J. J. M. Ferreiro escribió:La ceniza me aparta de vosotros,
pero quiero admirar vuestras pezuñas
y soñar que en el próximo verano
vuestra piel tornará bañada en pétalos.
Y quisiera acordarme de este invierno
en que, atados al filo de la inercia,
vuestros cuellos, esclavos del esparto,
aportaron la sangre necesaria
para dar de beber a los jilgueros.
No me quiero olvidar, cuando amanezca,
de la noche arrugada, de la terrible oscuridad que amamantó a los necios,
de la ceguera consentida de todos esos asnos desgraciados
que se cargaron sobre sus lomos los firmamentos incomprensibles
y los trajeron hasta el pie de la Capilla Sixtina.
Jerónimo, ¡qué gran poema!
Versos con una gran fuerza simbólica sobre el gran problema de todos los que sobre sus hombros, siempre anonimamente, se cargan los pesados fardos de otros, los necios.
Todo un ejercicio de inteligencia poética en la social.
El poeta está irremediablemente implicado en su tiempo, y sobre él también llueven todas las miserias del momento histórico que le toca vivir. No puede, no debe, de manera permamente vivir abrigado en su torre de cristal, a la fuerza ha de manifestar, de una u otra manera, los golpes plurales que como ser social le agreden
Un fuerte abrazo.
Siempre anónimamente se cargan los pesados fardos de los amorales. Son necios porque nadie les ha permitido saber. Y para saber hay que estar nutrido (primum vivere), hay que estar sano... y hay que ser libre. Pero el necio, el ignorante, es manejable como un asno. Se le emplea como músculo acéfalo.
Sí, J. J., el poeta es un historiador disfrazado de metáforas. La emoción que pretende transmitir está en los hombres de su tiempo, está en la vida.
Gracias por comprenderme tan bien.
Un abrazo.