La mujer de la niebla

[Ana Muela Sopeña]

La mujer de la niebla
camina suavemente entre las calles
y permite que todos los transeúntes
la perciban sin máscaras de acero.

Cuando avanza despacio por las noches
la gente no distingue si es la brisa
o una mujer etérica
nacida del misterio del espejo.

En la hora del alba,
con la luz elegante del subsueño,
la mujer de la niebla se hace eco
de la belleza extrema de lo ínfimo.

Después, por la mañana, disimula
sus miedos ancestrales.

Al mediodía mira sin temor
al sol en plenitud.

Cuando la tarde cae sobre la arena
esta mujer se oculta entre las sombras.

La mujer de la niebla en el crepúsculo
repasa su inventario de visiones
que buscan lo infinito en el azar...


Ana Muela Sopeña

[Pablo Sales]

Aplausos y bravos para este poema tuyo, Ana. Debes haber trabajado mucho antes y durante su composición. El resultado no puede ser más brillante para describir esa mujer única y desapercibida. Si tuviera música, sería el preludio de la ópera "La mujer sin sombra", de Strauss.

[Ana García]

Diferentes mujeres, todas en una, marcadas por la niebla, el día o la noche.
Qué buena máscara puede ser la niebla.
Te felicito por este bello trabajo.
Un abrazo.

[Ricardo López Castro]

Me ha gustado mucho recorrer estos versos, Ana.
Si acaso, suprimiría la repetición de la palabra infinito, al ser un poema relativamente breve.
Me ha encantado leerlo.
Abrazos y felicidad, amiga mía.

[Ramón Castro Méndez]

Me ha encantado esta mujer de la niebla, su paso es firme desde el alba hasta llegar al crepúsculo. Muy hermosas las imágenes que adornan y engalanan todo el poema.

Mi felicitación y aplauso.

Un afectuoso abrazo.

[Ignacio Mincholed]

La mujer de la niebla
camina suavemente entre las calles
y permite que todos los transeúntes
la perciban sin máscaras de acero.

Cuando avanza despacio por las noches
la gente no distingue si es la brisa
o una mujer etérica
nacida del misterio del espejo.

En la hora del alba,
con la luz elegante del subsueño,
la mujer de la niebla se hace eco
de la belleza extrema de lo ínfimo.

Después, por la mañana, disimula
sus miedos ancestrales.

Al mediodía mira sin temor
al sol en plenitud.

Cuando la tarde cae sobre la arena
esta mujer se oculta entre las sombras.

La mujer de la niebla en el crepúsculo
repasa su inventario de visiones
que buscan lo infinito en el azar...


Ana Muela Sopeña

Felicidades, Ana. Un poema tan sutil como el propio elemento.

Un abrazo.
Ignacio

[Marisa Peral]

La versatilidad del cambio en el transcurso de cada 24 horas.
Siempre es un acierto indagar en tus poemas y en las diversas interpretaciones que, también, podemos adivinar en esas 24 horas.
Es un gusto leerte, Ana.

Besos.

[Ana Muela Sopeña]

Muchas gracias, Pablo. Me alegra que te guste.

No. Este poema no es construido. De esos que escribimos poco a poco.

Este poema salió así. Sin más. A veces los poemas vienen a nosotros.

Un abrazo grande
Ana

[Pilar Morte]

Qué bien se te dan los poemas en los que recorres la ciudad, esta vez de la mano de la mujer de la niebla. Un placer pasar por tu hermoso poema.
Abrazos

[Ana Muela Sopeña]

Muchas gracias, Ana, es un placer verte enredada entre mis versos.

Un beso grande
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Agradezco tu lectura y tu tiempo.

La primera palabra es "ínfimo".

La segunda palabra es "infinito".

Un beso enorme
Siempre es un placer verte en mi espacio.
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Me dan alegría tus efusivas palabras, Ramón.

Un beso enorme
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Ignacio, por venir y dejar tu huella entre estos versos.

Un abrazo
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Muchas gracias, Marisa, por venir:

Besos a montones
Ana

[Jerónimo Muñoz]

Eres una gran poeta, que lo sepas. Esta mujer de la niebla se muestra, en su trayectoria, como un ser etéreo que padece todas las consecuencias del retraimiento y la fragilidad, y, a pesar de ello, se atreve a galopar a lomos del caballo de la vida. Muy hermoso, Ana. Te felicito por esa fluidez del ritmo y por la incuestionable belleza del tema.
Un beso.

Jerónimo