Cuando los soldados alemanes solían venir a mi estudio y mirar mis fotos de Guernica, preguntaban ‘¿Hiciste esto?’. Y yo diría, ‘No, tú lo hiciste’
Picasso
“sobre el ojo verde de un demonio en el cielo colorido.
Un ojo que observa desde el margen del sueño de un niño.
El ojo de un inadaptado cuya emoción reemplaza al miedo.
Todo comenzó con música
con cicatrices dejadas por canciones
escuchado en bodas de otoño con otros niños de mi edad.”
I
Mientras tanto algunos llegamos a viejos
Tomando café a la intemperie,
condensadas esferas en algo transfijo
culpables de sobrevivir,
entonces, para mientras, el poema del amanecer rema en sus nubes,
y los niños juegan alrededor del enfermo,
porque jugar no es un simple juego,
entonces yo hago eco en este inverso momento
del entonces aquel de Serhiy:
“Los adultos hacían música.
La edad adulta está definida por esto: la capacidad de tocar música.
Como si fuera una nota nueva, responsable de la felicidad
aparece en la voz
como si esta habilidad fuera innata en los hombres :
para ser cazador y cantante.
La música es el aliento a caramelo de las mujeres
cabello con olor a tabaco de hombres que pesan tristeza
prepárate para una pelea a cuchillo con el demonio
que acaba de irrumpir en la boda.”
II
Aun en el juego hay que jugársela;
cualquiera se ofende con tu destreza en desmoronar la mirada del tiempo,
dejarlo ciego como el niño de Guernica y encender esa bombilla cuando las lágrimas son charcos de cera.
Entonces hay que jugar con el miedo y tirar a su alrededor las canicas de sus ojos como obsidianas para una intervención quirúrgica, divino salmo abierto sobre el virginal suspiro de Sofía. Pero, antes de seguir, respondo a tu desconcierto sobre mi paradero; simplemente soy un viejo guerrero.
“hablaré de eso—
sobre los instrumentos de viento de la ansiedad
sobre la ceremonia de la boda como memorable
al entrar en Jerusalén.
Establecer el ritmo, salmo roto de la lluvia
debajo de tu corazón.
Hombres que bailan como se sacian
fuego estepario con sus botas.
Mujeres que se aferran a sus hombres en la danza
como si no quisieran dejarlos ir a la guerra.
Este de Ucrania, al final del segundo milenio.
El mundo está lleno de música y fuego.”
III
Mientras tanto, hablaremos de eso.
Hablaremos de los tres tiempos,
Aion, del laúd y el alud doliente.
Hablaremos de eso, mientras tanto,
en salmos de niños que prendan la bombilla del centro,
entre muertos que señalan con su índice al cielo,
algunos, que en modo penitente, escucha la sinfonía,
se las juegan y nos dejan ciegos.
E. R. Aristy
Intertextualidad: [Entonces hablaré de eso]
Escrito por Serhiy Zhadan y traducido por John Hennessy y Ostap Kin