y en mí
las barcas panzudas…
y el mar,
los besos furtivos…
y el mar,
ese amor a punto de ola batido…
y el mar...
Las gafas del faro
—plis, plas, plis, plas—,
el guiño que nada al pie de los dedos,
buceo de espumas, coronas de algas, marco de cabellos
y tú...
onda de guitarra, paraules d´´..amor.,
novia... amado mío...
y el mar...
silente oficiante,
sí quiero,
¡ay mar...!
Y sigue la rueda del tiempo como los estíos,
por la mañana rocío, al mediodía calor
y el mar y tú,
¿es que fa vint anys?,
no, más.
¡Qué suerte tuviste bandido!,
vale, vale..., marquemos plurales,
los dos la tuvimos.
¿Nos vamos al mar?
¡Ay mar,
eterno del mío,
de nuestro tan adentro, tan dentro...
¿Qué hacemos?

(Y bastantes muchos más, son como la infinita paciencia de la madre ciempiés poniendo calcetines a sus hijos, paciencia y creo que algo más, no sé, digo yo)