
Claustro de girasoles, bandeja de alabastro,
disfrutar del momento depende de las formas.
La materia es un alojamiento,
un albergue de labios que albergan fantasías,
como cuando el apego desemboca en distancia,
ya sin huéspedes.
El gen y la piel, huellas filosóficas.
El potingue que sobra del banquete,
la prisión sensitiva, charlas de sobremesa.
Cuando las matemáticas se vuelven inservibles,
se palpa la ilusión,
por captar cada cosa, buena o mala,
los problemas se vuelven fantasmas, espejismos,
penetran la penumbra del último rincón,
y duermen en el limbo,
una realidad ya carente de sueños,
solo superpoblada por los límites.
Conocer el desierto, y llenarlo de miedos,
que se hundan en la arena,
se descompongan, formen esqueleto y luego fósil.
Como un arrebol sucio y enojado…
Como una catedral sin esperanza…
Reformados de mente para abajo.
El río nunca va a contracorriente,
se ocultan mutuamente el sol y las estrellas,
como cuando la sonda toca fondo,
porque en cualquier lugar brotan los manantiales.
En el mar el silencio se permite,
como una ley que no vio la luz del día.
La hermosura que gira alrededor del hombre
no se llama naufragio, a pesar de que no nos conocemos,
formamos una realidad llevada a lomos.
La confianza se basa en nuestras experiencias.
La inteligencia es muda, como un baño de rosas,
no florece, a pesar de sus raíces…
Lo que menos se ve de este planeta…
Tibio, raro, y…
Espléndido en reacciones…
Los destellos del alba…
Muestran su epifanía,
y un milagro de luz…
Es lo mismo que el aire de cada parpadeo…
Con la vista se ve lo que hacen las sombras…
Con el cielo, hasta dónde pueden volar las aves.
No se puede salir de la tristeza sin un margen de amor…
Aunque sea minúsculo…
Aunque sea un consejo que nunca pondré en práctica…
Así me llega la vida…
Profunda.
Utilizo evasivas…
Para volver a estar entre los hombres…
Soy así…
Así de libre. Pero la libertad me cobra
cada verso que escribo…
Con el único ardor que conozco…
Y es que para esta moda no existen calendarios…
Solo puedo quererme sin sol, sin apariencias,
y sin lo que produce el albedrío…
Llamado vida…
O muerte…
A todo se le llama por lo mismo…
Las cosas cada vez son más parejas…
No me convence nada, pero sigo intentándolo…
Alcanzaré un concepto diferente…
Del mundo, algo dentro de él…
Que…
No me haya enamorado todavía
lo justo para desenamorarme…
O algo dentro de mí que implique perspectiva…
Cuando me encuentro a solas…
Porque mi alma concilia…
Y mi cerebro acata…
O quizás al revés…
O quizás ya se hallen ambos en equilibrio…
Con todos mis matices…
Uno por uno…
Un tiempo juntos…
Es más corto que todo el tiempo lejos…
De lo que prometí…
De lo que me inventé para que no se fuesen de mi lado…
A pesar de ese "otro"...
Allanando el terreno de mi poco entusiasmo…
De lo mucho y lo escaso…
Del paisaje que ama dentro de mi carne,
siempre y nunca…
El momento adecuado…
Quién quiere,
quién se deja querer…
Todos dentro de mí, eso son mis versos.