Pasa sin miedo el puente…
… pasa…
mira, ya no lanzo piedras,
ni liquen verdoso y agrio,
ni siquiera
truchas cabeza abajo
aunque vayan río arriba.
Pasa tranquilo…
pasa…
paséate por el puente,
intenta alcanzar sus ojos,
¿ves?
les he puesto rímel,
sí,
para que te seduzca su parpadeo verdinegro,
para que miren (y vean)
en maquillaje panorámico,
unidimensional,
sin trampantojo posible,
las pozas y los meandros donde,
sin pudor alguno,
desnudo los sentimientos
y los lanzo junto a las patas del puente,
ese que sujeta al río.
¿Serás capaz de remontar los nudos de las corrientes,
encontrar mi nacimiento
y no ahogarte
como se ahogan los solos?

(Espero, la esperanza y yo ya somos inseparables, vamos cosidas una a la otra, como Peter Pan a su sombra, por cierto, se la cosí yo,
¿que qué espero? Nada y todo en Alicante, brillante y precioso de final de noviembre)