A veces yo persigo a las palabras
y no acabo de verlas
dispuestas a ayudarme.
A veces se me esconden
en un interrogante
y no puedo encontrarlas
pero escucho sus risas:
A veces vienen dóciles,
tan mansas como un gato,
a que pase mi mano por su lomo
y les saque algún brillo.
Y a veces si las pongo
montadas en un verso,
cuando escuchan su música
sonríen satisfechas.
Las palabras y yo
jugamos a escondite
y reímos felices
cuando nos encontramos.