Rafael Teicher escribió:Dice Agamben que la única manera de recuperar el peso, es profanar el producto. Vale decir: vivimos en un sistema religioso, en una dinámica compleja de fuerzas numinosas. El Mercado es un dogma religioso. Si entendemos esto, entenderemos —siempre siguiendo a Agamben— la sacralización operada sobre los objetos. El objeto es ahora un producto ( algo que se vende y se compra, que se posee ); ergo: es santo, irradiado, inmaculado. Podemos adquirir productos, mas no podemos usarlos libremente, públicamente. Nos queda profanarlos, jugar con ellos.
En este contexto, la poesía se vuelve también producto poético. ¿Cómo quebrar ese hechizo teológico institucional terrible? Pues, desorbitando el modelo. Jugando con las formas sin caer en el caos.
Un saludo gentil y felicitaciones por la idea
Rafael
Rafael, la poesía pasa de ser objeto a ser producto, más en el poema de Raúl salta a la vista una condena premonitoria:
"envasada al vacío". Es un juego perfecto para este poema, porque por una parte designa una finitud, al producto y entretanto no se desempaque (de su envase al vacío), la obra subsistirá, lo cual no ocurre en la realidad y al final este producto perece al cabo de su profanación.
Saludos a ambos.