Estoy envejeciendo
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
- Óscar Distéfano
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Estoy envejeciendo
Entre mensajes de whatsapps y lluvias de emoticones y stickers,
escondido en las redes sociales como el ratón de mi cocina,
aún carnal, con mi libido puesto a motorizarse
gracias a los enormes avances de la ciencia,
manteniendo casi sin razón el lejano deseo de ser rico, famoso,
amado por el gran público (y sobre todo por las mujeres hermosas),
aunque también amanecido en la resaca, en el sin sentido de la realidad,
en la ansiedad de ver llegar al gran justiciero de la geopolítica
descargando su furia sobre los incorregibles aplastadores
de los buenos ideales, de los que luchamos contra los vicios de la codicia;
en una palabra, de los humanistas que embanderamos la honestidad,
entre charlas vagas de café y escuchas de rutinas de amigos y seres queridos,
soportando el desdén de los que miden la gloria con triunfos y fracasos,
el porcentaje de canas, la pelada, el color de los dientes,
como condición sine qua non del derecho a la palabra,
entre pastas al pesto, ñoquis a la arrabiatta, carne asada a la parrilla
con yuca y ensalada de lechuga, apio y rúcula.
En el tiempo el pelo se vuelve blanco y escaso, la frente se ensancha,
y el apetito sexual (otrora gran extintor de incendios)
se hace pirómano solo por ver a Roma en destrucción.
El otoño está pasando con dolorosas bofetadas, pesadamente,
y el jardín está frío, y la vecindad está vacía, y tú
que eres mi equis año, mi última soledad, estás también frío,
y solo la música se halla obstinada buscando amantes jóvenes.
Hoy he visto gatos hambrientos esperando en mi vereda,
y me he sentido feliz al verlos devorar los restos de mala muerte
que juntamos de nuestras irresponsables comilonas.
Cuando yo era joven vivía en mi interior acorazado
por la sensación de verme jefe de un grupo narcotraficante,
un contrabandista senior, un ladrón de Alibabá.
Hoy veo un cielo estrellado con luces titilantes y pájaros
que no desean ya esperar al rezagado del grupo,
un cielo luminoso más allá de mi borrosa visión.
He visto hombres mediocres canturrear sus necedades,
y fachadas barrocas pintarrajeadas con testas griegas;
y en sus paredes interiores, iconografías bajo refranes,
epigramas, proverbios, axiomas y sentencias,
como si la sabiduría se contagiara por el aire.
Hombres mecánicos que nunca desvían la mirada,
que jamás se avergüenzan cuando hablan a través de ellos,
que padecen la enfermedad del escorbuto intelectual,
y sufren como madamas de prostíbulos el aire juvenil,
el derroche de sexo de las putas y sus ausencias de libido.
Tahúres encarcelados por crímenes más horrendos,
desplumados por rateros, ladrones de baratijas,
de ropas mojadas de los alambres, de alimañas viciosas
que siempre se salen con las suyas, pues el vicio apremia.
Mujeres con experiencia en multiplicar orgasmos,
visitando cárceles en busca de maridos, machos sementales
que satisfagan el instinto materno y la ilusión de ser familia.
Un Ulises interior recorre mi memoria, y su misma nostalgia
a Ítaca me envuelve, me presta sus ojos de Cíclope
para observar mi curso en la distancia. Me aferro a las balsas
de mi tímida adolescencia, de mi primer gran e intenso amor,
donde el viento de la vida se hacía remolino en mi esperanza azul.
Estoy envejeciendo, deambulo sin meta por los suburbios
de otros tiempos, observando con tristeza las calles devastadas,
las casas petrificadas como fósiles en rocas sedimentarias,
observando con tristeza la alegría de un niño madrugador
que no pudo vencer la ansiedad de acariciar su regalo nuevo.
Algunos empiezan a construir sus casas y sueñan
con hogares acogedores y un jardín de senderos que se bifurcan,
y amaneceres con pájaros glorificando la existencia,
y un amor inmune a las tentaciones del hastío.
Mi hogar está hecho y pronto a ser deshecho.
¡Oh, muerte, oh divino descanso de mis doloridos recuerdos!
Solo por ti deseo seguir viviendo, agitado en el miedo
de combatir contra tu irrevocable espada, amando más y más
la vida, hundido entre tus labios de poderosa eternidad.
Eres el amor que ya no muere, el reposo de la llama voraz,
el silencio de la cálida vida, la dorada sangre que ennegrece.
Solo por ti deseo seguir viviendo, solo por tu lecho eterno.
http://www.elbuscadordehumos.blogspot.com/
- Ramón Castro Méndez
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Re: Estoy envejeciendo
Te felicito y me felicito por haberlo leído.
Enorme inspiración la tuya, amigo, vaya pues mi aplauso y admiración.
Un fuerte abrazo, compañero.
que te tortura el no poder escribir
o que
no puedes escribir porque estás torturado?
¿Dices
que estos tiempos te han convertido en un escéptico
o que
estos tiempos confirman tu escepticismo?
SAM SHEPARD
-
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Re: Estoy envejeciendo
Óscar Distéfano escribió: ↑Lun, 31 May 2021 0:13 Estoy envejeciendo
Entre mensajes de whatsapps y lluvias de emoticones y stickers,
escondido en las redes sociales como el ratón de mi cocina,
aún carnal, con mi libido puesto a motorizarse
gracias a los enormes avances de la ciencia,
manteniendo casi sin razón el lejano deseo de ser rico, famoso,
amado por el gran público (y sobre todo por las mujeres hermosas),
aunque también amanecido en la resaca, en el sin sentido de la realidad,
en la ansiedad de ver llegar al gran justiciero de la geopolítica
descargando su furia sobre los incorregibles aplastadores
de los buenos ideales, de los que luchamos contra los vicios de la codicia;
en una palabra, de los humanistas que embanderamos la honestidad,
entre charlas vagas de café y escuchas de rutinas de amigos y seres queridos,
soportando el desdén de los que miden la gloria con triunfos y fracasos,
el porcentaje de canas, la pelada, el color de los dientes,
como condición sine qua non del derecho a la palabra,
entre pastas al pesto, ñoquis a la arrabiatta, carne asada a la parrilla
con yuca y ensalada de lechuga, apio y rúcula.
En el tiempo el pelo se vuelve blanco y escaso, la frente se ensancha,
y el apetito sexual (otrora gran extintor de incendios)
se hace pirómano solo por ver a Roma en destrucción.
El otoño está pasando con dolorosas bofetadas, pesadamente,
y el jardín está frío, y la vecindad está vacía, y tú
que eres mi equis año, mi última soledad, estás también frío,
y solo la música se halla obstinada buscando amantes jóvenes.
Hoy he visto gatos hambrientos esperando en mi vereda,
y me he sentido feliz al verlos devorar los restos de mala muerte
que juntamos de nuestras irresponsables comilonas.
Cuando yo era joven vivía en mi interior acorazado
por la sensación de verme jefe de un grupo narcotraficante,
un contrabandista senior, un ladrón de Alibabá.
Hoy veo un cielo estrellado con luces titilantes y pájaros
que no desean ya esperar al rezagado del grupo,
un cielo luminoso más allá de mi borrosa visión.
He visto hombres mediocres canturrear sus necedades,
y fachadas barrocas pintarrajeadas con testas griegas;
y en sus paredes interiores, iconografías bajo refranes,
epigramas, proverbios, axiomas y sentencias,
como si la sabiduría se contagiara por el aire.
Hombres mecánicos que nunca desvían la mirada,
que jamás se avergüenzan cuando hablan a través de ellos,
que padecen la enfermedad del escorbuto intelectual,
y sufren como madamas de prostíbulos el aire juvenil,
el derroche de sexo de las putas y sus ausencias de libido.
Tahúres encarcelados por crímenes más horrendos,
desplumados por rateros, ladrones de baratijas,
de ropas mojadas de los alambres, de alimañas viciosas
que siempre se salen con las suyas, pues el vicio apremia.
Mujeres con experiencia en multiplicar orgasmos,
visitando cárceles en busca de maridos, machos sementales
que satisfagan el instinto materno y la ilusión de ser familia.
Un Ulises interior recorre mi memoria, y su misma nostalgia
a Ítaca me envuelve, me presta sus ojos de Cíclope
para observar mi curso en la distancia. Me aferro a las balsas
de mi tímida adolescencia, de mi primer gran e intenso amor,
donde el viento de la vida se hacía remolino en mi esperanza azul.
Estoy envejeciendo, deambulo sin meta por los suburbios
de otros tiempos, observando con tristeza las calles devastadas,
las casas petrificadas como fósiles en rocas sedimentarias,
observando con tristeza la alegría de un niño madrugador
que no pudo vencer la ansiedad de acariciar su regalo nuevo.
Algunos empiezan a construir sus casas y sueñan
con hogares acogedores y un jardín de senderos que se bifurcan,
y amaneceres con pájaros glorificando la existencia,
y un amor inmune a las tentaciones del hastío.
Mi hogar está hecho y pronto a ser deshecho.
¡Oh, muerte, oh divino descanso de mis doloridos recuerdos!
Solo por ti deseo seguir viviendo, agitado en el miedo
de combatir contra tu irrevocable espada, amando más y más
la vida, hundido entre tus labios de poderosa eternidad.
Eres el amor que ya no muere, el reposo de la llama voraz,
el silencio de la cálida vida, la dorada sangre que ennegrece.
Solo por ti deseo seguir viviendo, solo por tu lecho eterno.
¿Qué cosas corrompen al mundo? Quizá lo único que nos salva sea esa “esperanza azul” de nuestro corazón de niño, aquel inicio al viaje corrosivo de la vida. Es un poema enorme muy bien planteado e hilado. En dinámica vanguardia vas tejiendo el velo de la inexperiencia que el mundo usa para socavar y robar la alta vibración que es estar vivo. Hilas el velo y lo destapas revelando así un cansancio no físico, una soledad rodeada de ingratitudes. Y aunque la muerte parezca ser lo opuesto a vivir, revelas que es ella la que nos guarda en su regazo puro y eterno. Quizá lo putrefacto sean nuestros excesos, nuestra ingratitud, y lo divino sea ver que de de nuestras sobras se alimenta la vida con espontaneidad y agradecimiento. Tratas con gran talento y sensibilidad la vibración de la vida y la aplastante desconexión que intercepta constantemente a la gracia de la vida. El cierre me parece una catarsis y en ninguna forma nefasto. Posa la disyuntiva de amar la vida y con el paso del tiempo y la lucha existencial, al mismo tiempo desear la muerte si ella preserva lo bello e incoercible de nuestra alma. Poesía grande y bella, Oscar. Abrazos. E. R. Aristy
- xaime oroza carballo
- Mensajes: 3552
- Registrado: Mar, 16 Oct 2012 11:56
Re: Estoy envejeciendo
Óscar Distéfano escribió: ↑Lun, 31 May 2021 0:13 Estoy envejeciendo
Entre mensajes de whatsapps y lluvias de emoticones y stickers,
escondido en las redes sociales como el ratón de mi cocina,
aún carnal, con mi libido puesto a motorizarse
gracias a los enormes avances de la ciencia,
manteniendo casi sin razón el lejano deseo de ser rico, famoso,
amado por el gran público (y sobre todo por las mujeres hermosas),
aunque también amanecido en la resaca, en el sin sentido de la realidad,
en la ansiedad de ver llegar al gran justiciero de la geopolítica
descargando su furia sobre los incorregibles aplastadores
de los buenos ideales, de los que luchamos contra los vicios de la codicia;
en una palabra, de los humanistas que embanderamos la honestidad,
entre charlas vagas de café y escuchas de rutinas de amigos y seres queridos,
soportando el desdén de los que miden la gloria con triunfos y fracasos,
el porcentaje de canas, la pelada, el color de los dientes,
como condición sine qua non del derecho a la palabra,
entre pastas al pesto, ñoquis a la arrabiatta, carne asada a la parrilla
con yuca y ensalada de lechuga, apio y rúcula.
En el tiempo el pelo se vuelve blanco y escaso, la frente se ensancha,
y el apetito sexual (otrora gran extintor de incendios)
se hace pirómano solo por ver a Roma en destrucción.
El otoño está pasando con dolorosas bofetadas, pesadamente,
y el jardín está frío, y la vecindad está vacía, y tú
que eres mi equis año, mi última soledad, estás también frío,
y solo la música se halla obstinada buscando amantes jóvenes.
Hoy he visto gatos hambrientos esperando en mi vereda,
y me he sentido feliz al verlos devorar los restos de mala muerte
que juntamos de nuestras irresponsables comilonas.
Cuando yo era joven vivía en mi interior acorazado
por la sensación de verme jefe de un grupo narcotraficante,
un contrabandista senior, un ladrón de Alibabá.
Hoy veo un cielo estrellado con luces titilantes y pájaros
que no desean ya esperar al rezagado del grupo,
un cielo luminoso más allá de mi borrosa visión.
He visto hombres mediocres canturrear sus necedades,
y fachadas barrocas pintarrajeadas con testas griegas;
y en sus paredes interiores, iconografías bajo refranes,
epigramas, proverbios, axiomas y sentencias,
como si la sabiduría se contagiara por el aire.
Hombres mecánicos que nunca desvían la mirada,
que jamás se avergüenzan cuando hablan a través de ellos,
que padecen la enfermedad del escorbuto intelectual,
y sufren como madamas de prostíbulos el aire juvenil,
el derroche de sexo de las putas y sus ausencias de libido.
Tahúres encarcelados por crímenes más horrendos,
desplumados por rateros, ladrones de baratijas,
de ropas mojadas de los alambres, de alimañas viciosas
que siempre se salen con las suyas, pues el vicio apremia.
Mujeres con experiencia en multiplicar orgasmos,
visitando cárceles en busca de maridos, machos sementales
que satisfagan el instinto materno y la ilusión de ser familia.
Un Ulises interior recorre mi memoria, y su misma nostalgia
a Ítaca me envuelve, me presta sus ojos de Cíclope
para observar mi curso en la distancia. Me aferro a las balsas
de mi tímida adolescencia, de mi primer gran e intenso amor,
donde el viento de la vida se hacía remolino en mi esperanza azul.
Estoy envejeciendo, deambulo sin meta por los suburbios
de otros tiempos, observando con tristeza las calles devastadas,
las casas petrificadas como fósiles en rocas sedimentarias,
observando con tristeza la alegría de un niño madrugador
que no pudo vencer la ansiedad de acariciar su regalo nuevo.
Algunos empiezan a construir sus casas y sueñan
con hogares acogedores y un jardín de senderos que se bifurcan,
y amaneceres con pájaros glorificando la existencia,
y un amor inmune a las tentaciones del hastío.
Mi hogar está hecho y pronto a ser deshecho.
¡Oh, muerte, oh divino descanso de mis doloridos recuerdos!
Solo por ti deseo seguir viviendo, agitado en el miedo
de combatir contra tu irrevocable espada, amando más y más
la vida, hundido entre tus labios de poderosa eternidad.
Eres el amor que ya no muere, el reposo de la llama voraz,
el silencio de la cálida vida, la dorada sangre que ennegrece.
Solo por ti deseo seguir viviendo, solo por tu lecho eterno.
Quisiera sólo leer un poco y, aquí me tienes antes de irme a soñar con tus versos.
Un abrazo, amigo.
-
- Mensajes: 29882
- Registrado: Mié, 09 Abr 2008 10:21
Re: Estoy envejeciendo
Abrazos
-
- Mensajes: 1869
- Registrado: Mié, 03 Sep 2014 18:10
Re: Estoy envejeciendo
me transmite los deseos de seguir vivo, después de repasar lo vivido en profundidad.
Abrazos y gracias.
- Israel Liñán
- Mensajes: 4087
- Registrado: Lun, 02 Mar 2009 0:38
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Re: Estoy envejeciendo
Inmenso poema, por extensión y por contenido, al que volveré con calma. Me gustó.
Un abrazo.
-
- Mensajes: 3062
- Registrado: Dom, 13 Abr 2008 17:46
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Re: Estoy envejeciendo
- Óscar Distéfano
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Re: Estoy envejeciendo
Ramón Castro Méndez escribió: ↑Lun, 31 May 2021 9:12 Todo un placer quitarle el cero a este excelso poema.
Te felicito y me felicito por haberlo leído.
Enorme inspiración la tuya, amigo, vaya pues mi aplauso y admiración.
Un fuerte abrazo, compañero.
Gracias, Ramón. Celebro que así te haya parecido.
Un abrazo virtual.
óscar
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- Rafel Calle
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- Ubicación: Palma de Mallorca
Re: Estoy envejeciendo
Felicidades.
Abrazos.
- Julio Gonzalez Alonso
- Mensajes: 13963
- Registrado: Vie, 23 Nov 2007 20:56
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Re: Estoy envejeciendo
Un Ulises interior recorre mi memoria, y su misma nostalgia
a Ítaca me envuelve, me presta sus ojos de Cíclope
para observar mi curso en la distancia. Me aferro a las balsas
de mi tímida adolescencia, de mi primer gran e intenso amor,
donde el viento de la vida se hacía remolino en mi esperanza azul.
Pues, amigo Óscar, prosigamos peinando las canas de los años que todo, hasta la muerte, es vida (Miguel de Cervantes). Un abrazo.
Salud.
-
- Mensajes: 19448
- Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20
Re: Estoy envejeciendo
Un poema rico en detalles, en fusiones de pensamiento y emoción, en imaginario colectivo, en rasgos y creencias.
Gracias por compartir y estar; un abrazo y mucha salud.
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."
El faro, Ramón Carballal
- Javier Dicenzo
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- Registrado: Mié, 12 Mar 2008 1:19
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Re: Estoy envejeciendo
- Javier Bustamante
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- Registrado: Mié, 09 Sep 2009 17:21
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Re: Estoy envejeciendo
El tiempo pasa sin pedirnos permiso. Lo único que nos queda es que cada día cuente y abonar para la experiencia del futuro, si es que llegamos a el.
Te saludo con afecto, estimado Oscar.
Javier
en el ocaso del amor maltrecho?
¿viste la fuente que brotó del pecho
cuando el desprecio se vistió de daga?
- Javier
https://versosenlibertad.blogspot.com/
- Óscar Distéfano
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- Registrado: Mié, 04 Jun 2008 8:10
- Ubicación: Barcelona - España
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Re: Estoy envejeciendo
No sabes cuánto te agradezco, querida Roxane, tu exquisito comentario que ilumina mi quejumbroso poema. No puedo extenderme, ya que te escribo desde mi móvil. Gracias, mil gracias.
Un abrazo cariñoso.
Óscar
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