Un viejo león se esconde
—terror de las sierpes—
tras la cortina.
La palabra feroz,
entre delfines de paz,
puede sangrar, amor
—te advertí—
mordiendo con la hierba el alma.
Se encendieron ayer
las fogatas en las montañas
como harían antaño los pastores.
Y algunos se han cubierto
con pieles de lobo,
han enmascarado su rostro, y
andan afilando sus cuchillos
—los cuchillos largos—
en la sombra.
Escuché mi nombre como si un oculto ser me estuviera llamando para algo sin sentido.
Alguien canta en voz baja:
Sangre sube, sube, sube
del corazón a tu boca.
Zumba alegría, retumba,
palpita, salta, repite.
Alguien se esconde tras las lilas enfermas:
Corazón no des más vueltas,
detente, para, alegría,
mañana será otro día,
día largo que vivir.
Alguien pasa y repasa hojas amarillentas de un viejo libro de poemas.
vencido por la vida,
avergonzado sentimental
modernista, muere y canta!