
Tus verdes miradores
abren las puertas de la ausencia,
tus ijares,de curvas sinuosas,
son el reclamo hipnotizado
por donde cabalgan las manos atrevidas.
Como un voraz rompecabezas,
que desborda sus caudales de fatiga
sobre los arcos de las cejas,
así es la visión calidoscópica
en la que se enredan los sueños
cada vez que desean alcanzarte.
Y esta alquimia tuya
no es fruto derivado del alcohol
ni del sándalo que perfuma tus orillas.
Tal vez la panacea sea flor
nacida del volcánico lenguaje
cuando abre sus íntimos latidos
al abrazo de hielo que le ignora.
Porque si no es visible el eco de tu voz
no hay vibraciones,
y el zafiro encarnado en tus entrañas
luce menos que un anillo de papel.
*Andros