
Noche trémula,parda;
hondos suspiros de las viejas piedras
que con silencios hablan.
Almenas al viento,sueños en llamas,
reliquias escondidas
de antigüedad quebrada;
minaretes encendidos
por la tenue luna al hacer su ronda
y caminar descalza.
No suenan las campanas
porque duermen las iglesias cerradas;
se vistieron de luto
ofreciendo sus muros al recuerdo
por la crueldad humana.
¡No a la guerra!,gritan
calladas.Sólo tañe el esquilón
de la vieja ermitaña desdentada
-anacrónica voz-
que rasga las conciencias olvidadas.
En esta mi ciudad de escasas torres,
-casi todas desmochadas-
lloran las hiedras gotas de sangre
y llora mi pobre alma
al sentir que el almuecín
pedirá en su oración la guerra santa.
Andros.