Yo busqué en mi corazón,
los flashes de mi niñez
los recuerdos,
que no guardó la razón
que esquiva la candidez
de los sueños.
Y volví a sentir los besos
que con cariño me daba
la señora,
mi abuela que hasta los huesos
su vida nos dedicaba
hora a hora.
Sentí querer ser mi hermano
que por mayor era sabio
y hechicero,
y cogido de su mano
era inmune a los agravios
y los miedos.
Vi la sonrisa en la boca
de la niña que esquivaba
mi mirar,
y cuyo nombre en la roca
del jardín donde jugaba
fui a grabar.
Sentí el estremecimiento
que tuve al ver la primera
luz fugaz,
la estrella que el firmamento
cruzó como alma viajera
tan tenaz.
Volví a sentir que soñaba
borrar el mal de la tierra
con su ayuda,
que del mundo se alejara
el hambre, la peste, la guerra
y la locura.
Sentí aquel agua tan fría
del río donde nadaba
los veranos,
agua llena de alegría
que mis males se llevaba
tan lejanos.
Ven a buscarme niñez
y muéstrame sensaciones
que he olvidado,
que al llegar la madurez
pueda cantar las canciones
que he cantado.