
Veo las flores de la gloria y luego lo veo marchitar. El viento de marzo dobló su tallo hacia la demarcación del terreno y la primavera de Victor Hugo. Ahora cuántos inviernos mueren, nos dejan el secreto de la flor eterna. Marzo es un límite muy personal cuando el viento de las zonas frígidas hace su danza y en nórdico desafío se echa en cueros al mar. El viento es como una pala que abre el corazón. Y es que algunas cosas se plantan para estas fechas y otras se desentierran.
Dicen los niños que lo vieron, que acabando de morir la flor, una mariposa blanca se elevó parpadeante desde el suelo. Se detuvo en sus mejillas y les dio un beso. El fin de marzo no es un invento mío, y decidí atrapar la mariposa para observar la primavera de cerca. Sobre la escarcha que persistía, la muda de aquel árbol cubría la acera como una alfombra real. ¿Qué lleva dentro la primavera? Abrí extasiada mis manos, era una mariposa, si! con los ojos eternamente verdes, los ojos de Tito.
E. R. Aristy