novelesca y romántica.
Para él no tenía importancia:
cada cual tiene sus fallos.
Lo que no podía imaginarse era
que ella se lo tomara tan a pecho,
y que iba en serio,
muy en serio,
cuando decía que se derretía por él.
Enhoramala se despertó
y a su lado solo había una masa blanda
y casi líquida.
Parecía un gigantesco helado
—puesto al sol—
con camisón en vez de barquillo.
El crimen o el suicidio poco dicen,
idénticos fines consiguen:
lentas descomposiciones de cuerpos orgánicos.
La vida enflaquecida ahuyenta
el arte del amor.
La condena es suave,
pero la muerte invade el desespero
—la miseria—.
significaba perder hasta el dolor,
mas no la sombra del charco.