Recuperamos la verdad inútil de una campana

[Ramón Carballal]

Qué es el artificio,
¿tu soga de perfectas uñas nacaradas?
¿el adiós que escupe en las alcantarillas su último
verso idolatrado?.

Descubre un pétalo de sol en mi nombre,
desde tus esquinas se rompe la savia de este tronco hembra,
nace el delirio esquivo de los portales,
su horizonte mata escamas, norias de un pasadizo oscuro y terrible.

Mi amor se tiñe de algas azules, tu lluvia marca mis dedos
como un pájaro de oro y tiniebla, sudan las cruces
de aquel mundo ignorado, en el trasluz los visillos
palpan tu piel, la desnudan de azúcar y azabache,
los días, su insolencia de diminuto espejo, son como agujas
expuestas a un sol siniestro, cadáveres que llevan de la mano
un adiós silencioso, alcanfores que los vasos han proscrito.

No hay punto y aparte capaz de encender tu deseo,
ya no eres la volátil quietud de una pluma herida,
dibujas la sombra de las sombras en jardines de pánico ciego,
los años son un circulo perfecto, en él encaja tu acento de rosas,
para mi eres la musa que no ha conocido imanes, el soldado
que perdió su estigma entre idiomas de cal sedienta.

Ahora recitas silencios y tu aurora huele a murmullo de ríos estancados
¿me ama tu tenaza, me odia tu vacío de largos tentáculos de almendra?
Soy mi sombra a cada instante, regreso al acantilado dúctil,
¿lo recuerdas?, allí las palabras viajaron como viento,
tus hombros comidos por charcas fumaban bocas de nube amarga,
era azul tu hora oscura, después llegaron púlpitos de naves perdidas,
lienzos donde la espectacular mesura de los pendientes
ejecutó la pirueta de los vestíbulos cerrados.

Alambre, dudas, esa ciénaga cuyos espectros comieron semáforos impúberes.
¿Dónde está hoy la perfecta armonía de lo cúbico, aquel semblante horizontal
que atravesaba sexos, tus alas de murciélago en mi mástil de hombre?
Ajenos a los pentagramas, recuperamos la verdad inútil de una campana.

Cuando leas este poema crecerán suburbios en mis venas, pero tú
ya te habrás ido, como un espejo sin azogues, como un peldaño
sin máscara, igual que una luz que tiembla y se derrama
en su tiempo diminuto, en su segundo exacto.

Este poema exige una lectura pausada y minuciosa debido a su exuberante lirismo. Eres un maestro en la creación de metáforas. Hay un verso que me ha recordado a Pessoa: "Soy mi sombra a cada instante". La expresión "semáforos impúberes" es de una gran imaginación y originalidad. También quiero destacar la contradicción en "la perfecta armonía de lo cúbico".

Es un poema brillante. Felicidades, Ramón.

Óscar, siempre te molestas en analizar los poemas y resaltar las cosas positivas. Es de agradecer. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Gran poema, Ramón. Muy bello.

Blanca

Cuando leas este poema crecerán suburbios en mis venas, pero tú
ya te habrás ido, como un espejo sin azogues, como un peldaño
sin máscara, igual que una luz que tiembla y se derrama
en su tiempo diminuto, en su segundo exacto.

Gracias, Blanca, me alegra que te guste. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

alucinante Ramon...me trasladas a tu mundo, (creo que ya te lo he dicho alguna vez, y luego me cuesta salir de el)grande...un abrazo compañero

Mi agradecimiento por esas palabras que me dejas. Un abrazo, Jaume.

[Arianna Rassé]

Ramón:
la maestría de las palabras proyectadas en imágenes nuevas e inusuales. Me deslizo por tu texto y es realmente un placer leerlo y releerlo.


Saludos desde el sur del mundo

[Aubriel Camila de la Prad]

Qué es el artificio,
¿tu soga de perfectas uñas nacaradas?
¿el adiós que escupe en las alcantarillas su último
verso idolatrado?.

Descubre un pétalo de sol en mi nombre,
desde tus esquinas se rompe la savia de este tronco hembra,
nace el delirio esquivo de los portales,
su horizonte mata escamas, norias de un pasadizo oscuro y terrible.

Mi amor se tiñe de algas azules, tu lluvia marca mis dedos
como un pájaro de oro y tiniebla, sudan las cruces
de aquel mundo ignorado, en el trasluz los visillos
palpan tu piel, la desnudan de azúcar y azabache,
los días, su insolencia de diminuto espejo, son como agujas
expuestas a un sol siniestro, cadáveres que llevan de la mano
un adiós silencioso, alcanfores que los vasos han proscrito.

No hay punto y aparte capaz de encender tu deseo,
ya no eres la volátil quietud de una pluma herida,
dibujas la sombra de las sombras en jardines de pánico ciego,
los años son un circulo perfecto, en él encaja tu acento de rosas,
para mi eres la musa que no ha conocido imanes, el soldado
que perdió su estigma entre idiomas de cal sedienta.

Ahora recitas silencios y tu aurora huele a murmullo de ríos estancados
¿me ama tu tenaza, me odia tu vacío de largos tentáculos de almendra?
Soy mi sombra a cada instante, regreso al acantilado dúctil,
¿lo recuerdas?, allí las palabras viajaron como viento,
tus hombros comidos por charcas fumaban bocas de nube amarga,
era azul tu hora oscura, después llegaron púlpitos de naves perdidas,
lienzos donde la espectacular mesura de los pendientes
ejecutó la pirueta de los vestíbulos cerrados.

Alambre, dudas, esa ciénaga cuyos espectros comieron semáforos impúberes.
¿Dónde está hoy la perfecta armonía de lo cúbico, aquel semblante horizontal
que atravesaba sexos, tus alas de murciélago en mi mástil de hombre?
Ajenos a los pentagramas, recuperamos la verdad inútil de una campana.

Cuando leas este poema crecerán suburbios en mis venas, pero tú
ya te habrás ido, como un espejo sin azogues, como un peldaño
sin máscara, igual que una luz que tiembla y se derrama
en su tiempo diminuto, en su segundo exacto.

Ramón, es tan intenso, llega tan hondo este poema ...
Es para leer y releer, para quedárselo.
Una belleza.

Besos.

[Ramón Carballal]

Ramón:
la maestría de las palabras proyectadas en imágenes nuevas e inusuales. Me deslizo por tu texto y es realmente un placer leerlo y releerlo.


Saludos desde el sur del mundo

Gracias por tu amable comentario, Arianna. Un saludo cordial.

[Ramón Carballal]

Qué es el artificio,
¿tu soga de perfectas uñas nacaradas?
¿el adiós que escupe en las alcantarillas su último
verso idolatrado?.

Descubre un pétalo de sol en mi nombre,
desde tus esquinas se rompe la savia de este tronco hembra,
nace el delirio esquivo de los portales,
su horizonte mata escamas, norias de un pasadizo oscuro y terrible.

Mi amor se tiñe de algas azules, tu lluvia marca mis dedos
como un pájaro de oro y tiniebla, sudan las cruces
de aquel mundo ignorado, en el trasluz los visillos
palpan tu piel, la desnudan de azúcar y azabache,
los días, su insolencia de diminuto espejo, son como agujas
expuestas a un sol siniestro, cadáveres que llevan de la mano
un adiós silencioso, alcanfores que los vasos han proscrito.

No hay punto y aparte capaz de encender tu deseo,
ya no eres la volátil quietud de una pluma herida,
dibujas la sombra de las sombras en jardines de pánico ciego,
los años son un circulo perfecto, en él encaja tu acento de rosas,
para mi eres la musa que no ha conocido imanes, el soldado
que perdió su estigma entre idiomas de cal sedienta.

Ahora recitas silencios y tu aurora huele a murmullo de ríos estancados
¿me ama tu tenaza, me odia tu vacío de largos tentáculos de almendra?
Soy mi sombra a cada instante, regreso al acantilado dúctil,
¿lo recuerdas?, allí las palabras viajaron como viento,
tus hombros comidos por charcas fumaban bocas de nube amarga,
era azul tu hora oscura, después llegaron púlpitos de naves perdidas,
lienzos donde la espectacular mesura de los pendientes
ejecutó la pirueta de los vestíbulos cerrados.

Alambre, dudas, esa ciénaga cuyos espectros comieron semáforos impúberes.
¿Dónde está hoy la perfecta armonía de lo cúbico, aquel semblante horizontal
que atravesaba sexos, tus alas de murciélago en mi mástil de hombre?
Ajenos a los pentagramas, recuperamos la verdad inútil de una campana.

Cuando leas este poema crecerán suburbios en mis venas, pero tú
ya te habrás ido, como un espejo sin azogues, como un peldaño
sin máscara, igual que una luz que tiembla y se derrama
en su tiempo diminuto, en su segundo exacto.

Ramón, es tan intenso, llega tan hondo este poema ...
Es para leer y releer, para quedárselo.
Una belleza.

Besos.

Gracias por tu generosidad, Aubriel. Un beso.