Del vértigo

[Carmen López]

Me da un poco de vértigo,
me da vértigo la noche tan extraña,
de extrañas dimensiones y sustancias.
Dónde me han crecido alas,
cuándo palabras que no tenía dentro,
quién toda respuesta.
Escucho las notas de tu piano cadencioso,
y plumas que no pesan desafían la tierra,
sus límites, sus márgenes estrechos
de barro, de limo y de ceniza.

Todo el metal de mi armadura
fundiéndose con los metales de la noche,
entre esas nubes de horas que devienen
en el aire y bailan joviales bajo tu lluvia
y siento en mí ingravidez de enredadera.
De cuando en vez inundas el espacio
de mi hiedra con tu sangre palpitante
y crezco entre tu fronda nemorosa,
allí, me vuelvo más ligera y más liviana,
cultivo esa esperanza con que el musgo
se origina en condiciones apropiadas,
apresando el agua y su humedal,
boca roja, fluvial y anegada,
fragancia de una tierra prometida.

Me da un poco de vértigo
tanta cosecha imprevista del invierno,
esa remota posibilidad del dos: hecha materia
temblando agradecida entre los cuerpos.
Después, pienso en tus manos,
tus manos; agua para las grutas de mi sed,
tus manos raíz de mis rocíos,
tus manos corazón insutil del agua,
indecibilidad de una corriente subterránea
que surca laboriosa y obstinada
en el empeño y arrulllo de la noche,
donde son labio y comisura,
donde son vértigo en mis acantilados.

[Ramón Carballal]

Es un bello poema de amor, hay en él emoción y buen decir. Unha forte aperta.

[F. Enrique]

Imprimes tu sello, Carmen, y eso siempre es una garantía de buena poesía desde siempre.

Un abrazo.

[Ulises C.J.]

A mí me da un poco de vértigo cuando te leo. Me encanta como escribes.

[Pilar Morte]

Qué precioso poema de amor, Carmen, en él sales del vértigo arropada con manos y entrega. Me ha encantado leerte.
Abrazos
PIlar

[Carmen López]

Es un bello poema de amor, hay en él emoción y buen decir. Unha forte aperta.

Gracias, Ramón, por pasar por estos intentos míos, por tu tiempo, por estar.

Forte aperta.

Carmen

[enrique sanmol]

Me da un poco de vértigo,
me da vértigo la noche tan extraña,
de extrañas dimensiones y sustancias.
Dónde me han crecido alas,
cuándo palabras que no tenía dentro,
quién toda respuesta.
Escucho las notas de tu piano cadencioso,
y plumas que no pesan desafían la tierra,
sus límites, sus márgenes estrechos
de barro, de limo y de ceniza.

Todo el metal de mi armadura
fundiéndose con los metales de la noche,
entre esas nubes de horas que devienen
en el aire y bailan joviales bajo tu lluvia
y siento en mí ingravidez de enredadera.
De cuando en vez inundas el espacio
de mi hiedra con tu sangre palpitante
y crezco entre tu fronda nemorosa,
allí, me vuelvo más ligera y más liviana,
cultivo esa esperanza con que el musgo
se origina en condiciones apropiadas,
apresando el agua y su humedal,
boca roja, fluvial y anegada,
fragancia de una tierra prometida.


Me da un poco de vértigo
tanta cosecha imprevista del invierno,
esa remota posibilidad del dos: hecha materia
temblando agradecida entre los cuerpos.
Después, pienso en tus manos,
tus manos; agua para las grutas de mi sed,
tus manos raíz de mis rocíos,
tus manos corazón insutil del agua,
indecibilidad de una corriente subterránea
que surca laboriosa y obstinada
en el empeño y arrulllo de la noche,
donde son labio y comisura,
donde son vértigo en mis acantilados.

Desatado lirismo en este vértigo, Carmen. Bienvenido invierno que hace crecer cosechas, alas y palabras y funde armaduras. Me caló ese número impar que se pregunta por la posibilidad de sumar uno... Gran poema, Carmen. Un abrazo fuerte.

[Antonio Arjona]

Profundo poema con el sello de indiscutible calidad, dada la identidad y categoría de su autora.
Enhrabuena.

[Carmen López]

Imprimes tu sello, Carmen, y eso siempre es una garantía de buena poesía desde siempre.

Un abrazo.

Gracias Enrique, por tu paso por el poema y tu generosidad.

Un abrazo

[Rafel Calle]

Hermoso y pasional trabajo, amiga Carmen.
Abrazos.

[Carmen López]

A mí me da un poco de vértigo cuando te leo. Me encanta como escribes.

Jaja...no, no, que no te de vértigo...que escribo muy normal yo.
Muchas gracias por estar en estas cosas que yo escribo y por tus comentarios siempre tan gentiles con lo mío.

Te mando un abrazo, grande.

Carmen

[Mirta Elena Tessio]

Me da un poco de vértigo,
me da vértigo la noche tan extraña,
de extrañas dimensiones y sustancias.
Dónde me han crecido alas,
cuándo palabras que no tenía dentro,
quién toda respuesta.
Escucho las notas de tu piano cadencioso,
y plumas que no pesan desafían la tierra,
sus límites, sus márgenes estrechos
de barro, de limo y de ceniza.

Todo el metal de mi armadura
fundiéndose con los metales de la noche,
entre esas nubes de horas que devienen
en el aire y bailan joviales bajo tu lluvia
y siento en mí ingravidez de enredadera.
De cuando en vez inundas el espacio
de mi hiedra con tu sangre palpitante
y crezco entre tu fronda nemorosa,
allí, me vuelvo más ligera y más liviana,
cultivo esa esperanza con que el musgo
se origina en condiciones apropiadas,
apresando el agua y su humedal,
boca roja, fluvial y anegada,
fragancia de una tierra prometida.


Me da un poco de vértigo
tanta cosecha imprevista del invierno,
esa remota posibilidad del dos: hecha materia
temblando agradecida entre los cuerpos.
Después, pienso en tus manos,
tus manos; agua para las grutas de mi sed,
tus manos raíz de mis rocíos,
tus manos corazón insutil del agua,
indecibilidad de una corriente subterránea
que surca laboriosa y obstinada
en el empeño y arrulllo de la noche,
donde son labio y comisura,
donde son vértigo en mis acantilados.

No sé bien que decirte, escribes hermosamente. Un poema poblado de bellos sentimientos.
Te dejo un beso poetisa.Mirta.

[E. R. Aristy]

Me da un poco de vértigo,
me da vértigo la noche tan extraña,
de extrañas dimensiones y sustancias.
Dónde me han crecido alas,
cuándo palabras que no tenía dentro,
quién toda respuesta.
Escucho las notas de tu piano cadencioso,
y plumas que no pesan desafían la tierra,
sus límites, sus márgenes estrechos
de barro, de limo y de ceniza.

Todo el metal de mi armadura
fundiéndose con los metales de la noche,
entre esas nubes de horas que devienen
en el aire y bailan joviales bajo tu lluvia
y siento en mí ingravidez de enredadera.
De cuando en vez inundas el espacio
de mi hiedra con tu sangre palpitante
y crezco entre tu fronda nemorosa,
allí, me vuelvo más ligera y más liviana,
cultivo esa esperanza con que el musgo
se origina en condiciones apropiadas,
apresando el agua y su humedal,
boca roja, fluvial y anegada,
fragancia de una tierra prometida.


Me da un poco de vértigo
tanta cosecha imprevista del invierno,
esa remota posibilidad del dos: hecha materia
temblando agradecida entre los cuerpos.
Después, pienso en tus manos,
tus manos; agua para las grutas de mi sed,
tus manos raíz de mis rocíos,
tus manos corazón insutil del agua,
indecibilidad de una corriente subterránea
que surca laboriosa y obstinada
en el empeño y arrulllo de la noche,
donde son labio y comisura,
donde son vértigo en mis acantilados.

Muy bello poema lírico, Carmen. Un placer leerte. Salud y Poesía siempre, ERA.

[Carmen López]

Qué precioso poema de amor, Carmen, en él sales del vértigo arropada con manos y entrega. Me ha encantado leerte.
Abrazos
PIlar

Gracias Pilar, por tantas generosas lecturas. A mí me encanta encontrarte entre mis cosas.

Un abrazo grande.

[Hallie Hernández Alfaro]

Es un poema urgente y reposado al mismo tiempo, va hacia lo profundo, asigna impulsos nerviosos a la historia, al verbo, a la infinita lucidez que lo avala.

Abrazos y felicitaciones sinceras, querida Carmen.

PS: ojalá todo vaya bien el próximo domingo electoral. Otro abrazo.