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[John Garlic]

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[F. Enrique]

Es la hora de las sombras palpitantes
que un mobiliario urbano
proyecta sobre las pantallas de cemento
y de los crujidos sobre un asfalto...

Me ha gustado tu poema, John, se alinea en la solidez que muestra tu poesía.

Un abrazo.

[Pilar Morte]

Muy bien hilado el paso de las sombras al día que ríe de nuevo. Me gustó el poema, es hermoso y logrado.
Abrazos
PIlar

[Carmen López]

Buen poema, bien estructurado y sólido, Jhon Garlic, siempre pende esa espada sobre todos...está espectante aunque la ignoremos.

Un abrazo

[Rafel Calle]

Hermoso e interesante trabajo, amigo Jhon.
Felicidades.
Abrazos.

[E. R. Aristy]

La noche se ha llevado las risas de un día
de ficticia felicidad y montones de palabras,
desperdigadas por el suelo,
quedan como la hojarasca
a merced de un viento cargado
de enemigos, indiferente
a las conversaciones que se han fraguado
al calor de un domingo fuera de lugar.
Un vaho lechoso como de luna
se expande por el cielo,
alicatándolo de venenoso plomo.
Es la hora de las sombras palpitantes
que un mobiliario urbano
proyecta sobre las pantallas de cemento
y de los crujidos sobre un asfalto
con piel de cucaracha
y de los ojos invisibles
que, intrusos, se adentran sin llamar
en las pesadillas de una ciudad sitiada
por el viejo Damocles,
que aprovecha una sola brizna de aire
para afilar la espada que una vez
pendió sobre su cabeza, antes de colocarla
sobre la inconsciente testa de los nuevos condenados.

Mañana no será un día cualquiera.
Todo lo que fue ayer como un cristal roto
será reemplazado.
El espacio ya hierve y se puebla
de otras puertas y paredes,
de otros estímulos, de otros tiempos febriles
que, tal vez, han estado macerándose
a fuego lento para la victoria.
Ahora, en la tierra toda es de noche,
aunque el gallo insista con su canto.
Así es, porque como peces fuera del agua
hay niños muy hermosos y otros seres
sin rastro de sangre y en apariencia dormidos.

Que rápidamente se pierde la felicidad, la ruta es la lucha por los valores eternos. Tu poema alude a un tiempo extraordinario y son los dos, el tiempo como medida y La Eternidad como un oasis en el desierto, y pues, que nos salva, el tiempo? o el oasis?Creo que sabes que los dos. Me parece que tu arte poética sigue sumergiéndose, buceando en haitises de grandes e inverosímiles arrecifes y llegas a la ciudad irreal. Salud y Poesía siempre, querido John Garlic. ERA