magma de rubor y fuego,
amor que llenó mi vida
de aroma de mar y espliego.
Jardín de mi inspiración,
motivo de mis pasiones
y rosa que al corazón
hace albergar emociones.
La musa de los pinceles
del mismísimo Murillo,
envidia de los claveles
y del diamante, su brillo.
Con la sangre que me brota
y el corazón por tintero,
escribo esta humilde nota
diciendo cuanto te quiero.
Y no me digas ni loco,
ni adulador ni otras cosas;
todo cuanto digo es poco.
Tienes en jaque las rosas
y el rubor de tu sofoco,
emula a las más hermosas.