Marius Gabureanu escribió:Maravilloso poema de amor de Luis. Felicitaciones, querido amigo. Feliz fin de semana.
Mil gracias, querido amigo. Un abrazo, Marius.
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Óscar Distéfano escribió:Un poema de un romanticismo renovado, fuertemente enraizado en la emoción verbal, con imágenes potentes, originales, que parecieran brotar de un estado de gracia poética. Su ritmo se sostiene en el condicional y en el fraseo largo de los versículos. Un poema, en fin, interesante, sorprendente, que me ha gustado encontrar.
Un abrazo.
Óscar
Muchas gracias, Miguel. Te confieso que este poema es mío solo porque lo escribí yoArmilo Brotón escribió:Un gran poema amigo donde muestras tu gran sensibilidad y que tienes facetas múltiples con las que adornar y significar tus poemas, que no estás encasillado nunca.
Un abrazo y salud
Es que Armilo es un cabroncete muy simpáticoJorge Salvador escribió:Armilo, después de la que tuviste con Luis el otro día y ahora vas y le subes precisamente este poema... (risas maliciosas).
Querido Luis, porque pone Luis M. en el enunciado, si no te aseguro que juraría ante el mismísimo Satanás que esto no lo has escrito tú...
Aunque saltan a la vista los recursos técnicos y el oficio, tengo que reconocer que me parece cursi. Agradezco enormemente que el paso de los años haya hecho evolucionar tu poesía a la de ahora que tanto me gusta (ojo, sin desmerecer este poema, que técnicamente es bueno).
Conste que por las profundidades de alaire hay bodrios infumables de los tiempos antiguos de este que habla.
Todos tenemos un pasado que nos trajo aquí... Jajajajaja
Un abrazo, querido amigo
Qué cautivadores. Cuánto dan de sí los grandes espacios abiertos...Luis M. escribió:`
Si pudiera traspasar esa atmósfera impenetrable,
ese oscuro y blindado cielo que son tus ojos,
quizá comprendiese ese mundo de híbrida fábula
del que hablan los callejones que te transitan
y sus insobornables duendes:
residentes laboriosos al servicio del insondable celaje
que cierra los escasos resquicios abiertos
-inusualmente desprotegidos-
en la trastienda de tu universo.
Si viviera en tus manos
podría tocar sin quemarme
ese fuego líquido que hacinan tus venas:
riada que abrasa todo aquello que te navega
las noches que la luna naufraga
en ese tu mar de estrellas torcidas
y cometas asesinos.
Si habitara tu pecho
podría escuchar la tormenta que inventa los rayos
que convierten en ceniza a todo aquel que acampa
sin invitación en la desnudez de tus orillas,
en las alas espinadas de tu silencio,
a todo aquel que piensa que puede guardar bajo llave
en su mediocre y hortera vitrina de luceros
un solo pedazo de alma tuya.
Y si pudiera no quererte,
si pudiera desandar el camino de tus ojos
tus manos y tu pecho,
y en algún oasis de extraordinaria lucidez,
tras la caótica disfunción sentimental
que habitualmente ha acompañado mis convulsos
e interminables otoños vividos junto a ti...
Creo poder afirmar -sin temor a equivocarme-
que no lo dudaría:
devolvería mi suerte
y regresaría al dulce incendio que me provoca
sentir de cerca tu mera presencia,
aun cuando hablamos sin escucharnos,
y nos tiramos los trastos a la cabeza,
y no nos soportamos
y nos odiamos
¡... y hasta nos fulminaríamos!,
y acabamos riendo,
(y reinventamos de nuevo la mañana)
Siempre tan lejanos,
siempre tan unidos;
como dos mitades de diferentes naranjas
pero del mismo árbol,
como un par de empecinados adolescentes
sacando la lengua
al amor
y a la vida.
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