Ana García escribió:Ya no me sirven los atajos
de otros cuerpos deshojados para mí.
Algún día tendré ventanas al cielo
y las nubes dejarán de espiar mi memoria.
He llegado hasta el desorden de mi sed
huyendo de pasillos llenos de sal
con las ansias de un resucitado que busca
su memoria en armarios sellados,
con el peso de tanta pasión inútil
rasgándome la vida
hasta el desorden de mi sed.
Solo callar, no colmar
la incertidumbre del deseo,
—no derramarlo—
guardarlo, esconderlo, callarlo, callarlo
¿dónde?
Arde, huye, palpita, tiembla
un corazón alarmado por esa
presencia constante.
Algún día las nubes dejarán de espiar
ventanas para vivir un cielo
que no tenga memoria
y las hormigas
y los elefantes podrán
llenar de abrazos los salones de baile
hasta es posible que la risa
siga saltando charcos
y jugando mariposas.
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Que viva la pasión por la vida! Es lo que percibo en tu bello poema, Ana Garcia. Abrazos, ERA