las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!
Alfonsina Storni –versos de su poema Adiós-
La música muere y el llanto está en silencio.
Todo el suelo tiene rostro mojado en el mar
con ojos en cuatro vacíos:
una mirada en prisión del infinito,
el aire toma el curso de la nada,
el rincón sin brazos de amigo
y la sombra duerme cerca del sufrimiento.
Sólo llora levantando nubes en su interior,
con pisadas que no alcanzan a salir,
con dolor que cierra las manecillas del reloj,
que gira la marcha y deshoja miedo,
que las olas, vienen y van, bañando los recuerdos del amor;
que se viste de soplos de invierno,
de azul oscuro que mancha la espera,
que aborrega el mundo con líneas de pañuelos,
de grietas sin capilla de retorno
y se oyen, las agujas en el corazón que aún respira.
Heridas sin refugio con olor a tristeza,
boca con palabras que no dicen,
no saben que existen,
no viven,
no mueren,
que hacen que el deseo no sea deseo,
sólo lamento del no olvido.
Llevan las evocaciones casi dormidas
en la imagen de mujer en resbaladiza estrella,
y los nimbos lloran a raudales;
y como testigo,
un cielo violento, sin piedad,
del suicidio en el oleaje,
en oscura cabeza de luna.