Si no es capital, no es pecado,
dice uno de mis mandamientos.
Yo miro a otro lado en la mañana,
y de la almohada me despega la esperanza.
Acuño un euro como si fuera tu mirada,
sólo para desafiar a la distancia.
Si los ladrillos se apiñan al frente,
sostienen mis ojos de ausencia.
Ahora que no estás, se cuanto dueles,
trenzadas en un vagón, van las calumnias.
La vida se clonó de la intemperie,
y alguna semejanza con la lluvia.
(Platón se tira al río,
cuando le hablo de la angustia.)
Un mármol de ansiedad colma mis rutas,
¿como sería estar en las alturas?.
La muerte me acaricia ambas manos,
y yo le cuento chismes al oído.
El prólogo de mi vida, es mi epitafio,
en venta, mi ilusión, llena de polvo.
No quiero irme de aquí, sin conocerte,
aunque mastique alfalfa sazonada con terquedad.
De los tres mosqueteros, me ha dejado uno,
digo a ciencia cierta que tres menos uno, da cero.
Otra noche, los duendes se pillan en mi cama,
y yo, amanecida, salgo empapada a buscarte.
Ausencia
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Alejandra Goerne
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