Las manecillas del infinito auscultan el primer tramo de las decisiones.
Ha llegado el momento de perder la memoria, de sanar heridas, de borrar el postureo de los demonios.
Convence al pecho izquierdo de la buena intención de tu sombra, arriésgate a la embestida de unos rieles mojados en salmuera.
Cree en las palabras que huyen de su boca, pídele perdón a ese lunar de miedo que cursa los caminos de su falda.
Solo tú puedes avivar la extraditada hoguera de los chopos en flor.
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