me pediste cuidar de su sembrado
y con ello me hiciste desdichado,
al temer incumplir con tu misión.
Ni siquiera logré que germinaran,
carecía la tierra de valores
y aunque en ello vertiera mis sudores
no aprendieron los hombres tu lección.
Se infiltró entre nosotros el demonio
y enfermó con su mal algunos granos.
Prosperó la maldad de los humanos
y el amor se pudrió sin despertar.
Cuántas veces llorando te he rogado
que me des el abono necesario
y elimines del hombre su mal fario
que le lleva a morir y fracasar.
Me sangraron las manos en los surcos
esperando nacieran los rosales,
mas nacieron el colmo de los males,
la inconsciencia y amarga rebelión.
No hay semillas que broten en el alma
cuando el alma carece de nutrientes
y es por ello que mueren las simientes
y se apaga la voz del corazón.