La semilla en un sueño
donde duerme el sonido de la vida,
en su dulce río de esperanza
de florecer en un temblor, en un gemido
de llanto nuevo – un canto bello cayendo
en misterioso nacimiento—
La semilla enterrada en el alma
--viejo cuerpo que dejará
que el viento y arena lo cubra con la nada—
volará en amor infinito, bañada
de los designios del amor supremo,
a un ángel o niño.
Es un sueño con corazón y orejas,
de sed y hambre, loco amanecer,
voces que despertarán en esqueletos
de risas en cuclillas serenas.
La semilla está lista.
Para eso hay que morir siguiendo
al cometa azul con grandes vuelos,
y vivir el llanto que sollozará
con voz limpia el mañana.