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¡Silencio! Que se van sin equipajes,
sin apenas hacer ostentación
los hijos de crucial generación,
los grandes luchadores sin ambages.
Con los cardos del campo y companajes,
acallaron el hambre y digestión,
nos dieron el cariño, comprensión
y el tesoro valioso de linajes.
Reprimamos las lágrimas de luto
que no han muerto, que viven en el cielo;
¡callaos! Y rindámosle tributo
a la magna figura del abuelo.
Marcharon sin pedir en absoluto.
¡Silencio! Que la tierra está de duelo.