Confíame tu cabellera,
el traje de agua que sueles llevar,
cada pulso que gana mi sudor
en tus brazos.
Súbeme al filo de tus garras
cuando la verdad
merezca
los huesos intactos.
Es una selva calcinada
por el miedo,
quien mece
sus ansias, al crujir
la tormenta.
Confía,
confía.
La Fuerza solo se detiene
al parir sus motivos.
