“Son las cuatro de la mañana. Escribo esto un poco a ciegas, sentado en una tabla sobre el excusado. No quiero hacer ruido para que nadie se entere aquí adentro lo que escribo, pero sí que se enteren afuera. Es necesario” “Escrito por un interno de una cárcel del D F”
Yo acuso. Yo confieso.
entre estas oscuras paredes
de días largos, “de ratas gordas
y muertes más baratas”,
el tiempo empieza pero no acaba,
donde el mal y el bien,
la vida y la muerte,
el espacio de noche
flota en un amplio cielo
de imaginación sin fin.
-“¿A qué hora comienza el día
en la cárcel? Nadie lo sabe y a nadie
le importa”
“Sólo los bichos conocen su rutina,
las cucarachas comienzan a salir de todas partes
y brotar del excusado; la hora en que los piojos
salen de paseo y las arañas de casería
o el momento preciso en que las ratas pierden
el miedo y la vergüenza, para caminar entre todos-“
A cien minutos de no sé cuántos
el aire brota entre rejas
de polvo, veinte metros cuadrados
para veinte o más huesos y piel.
-“en estos hoyos atestados
se multiplican las cadenas delictivas,
crecen las redes criminales,
los contactos aumentan
y los compromisos se fortalecen-
Aquí se escarba hasta las entrañas de los sueños,
se respira la brújula de la locura,
la tormenta y el hastío,
navegamos en lodo, viento y llagas,
ciegos del olor, del sudor de la miseria,
presentes del mudo, adiós del llanto,
de remolinos en amasijo impregnados
de identidades perdidas.
-“aquí en la cárcel la diferencia entre estar
Vivo o muerto puede ser un solo peso”-