Dudas

[Óscar Bartolomé Poy]

Hoy te vi crecer.
Hoy te vi morir.
Hoy me pregunté quién eras tú.
Hoy me pregunté si tú no eras él.

Ayer dudé de mí.
Ayer dudé de que tú fueras tú, y no yo.
Ayer me imaginé que te podía ver al trasluz,
no como lo que eres, sino como lo que creo que eres.

Y parecías tan real...
que creí estar soñando.
Y parecías tan fantástico...
que creí estar despierto.

Y te parecías tanto a mí...
que creí estar mirándome al espejo.
Y, al mismo tiempo, eras tan horrible...
que temblé en acto reflejo.

Pero jamás me atrevería a afirmar
que una sombra pertenece al cuerpo que la proyecta.
Todas las sombras se parecen tanto entre sí, que es fácil confundirlas;
mientras que los cuerpos, los cuerpos difieren mucho unos de otros.

Entre el ser y el parecer
hay la misma diferencia
que entre mirar y ver.

Podría pasar horas y horas mirándote sin verte,
con la mirada ausente, con los ojos inertes.
Hay cuerpos refractarios a la luz de mis ojos,
y el tuyo es uno de ellos, ¿lo sabías?

He intentado tantas veces borrar la distancia
que separa mi ser de mi parecer
–perdona, ¿he dicho placer?–,
pero siempre siento cómo una instancia superior
tira de mí hasta hacerme empequeñecer.

Para ser no hace falta proponérselo
–eres desde que naces hasta que mueres–,
pero para parecer, tiene que haber alguien a quien parecérselo.

Es la conciencia del ser la que me hace perecer...

La cruda duda madura en mí con una raíz
que arraiga fuerte en mi pavor,
aprisionando mi dolor
y haciéndome doblar la cerviz.

Ahora ya no sé distinguir
entre el miedo y el placer.

La angustia se ha adueñado de mi voluntad hasta aniquilarla,
y ni siquiera me ha dejado una pala(bra) para recoger las migajas.

Sólo alejándome de mí
conseguiré verme como lo que soy.

Sólo alejándome de mí
despejaré toda duda
sobre mi condición.

Sólo alejándome de mí
podré tener la verdadera convicción
acerca de quién soy yo.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

[Javier Dicenzo]

Oscar: Veo que realmente tienes muchas dudas, aunque no capte del todo el poema. un abrazo de amigo
javier

[Aubriel Camila de la Prad]

Hoy te vi crecer.
Hoy te vi morir.
Hoy me pregunté quién eras tú.
Hoy me pregunté si tú no eras él.

Ayer dudé de mí.
Ayer dudé de que tú fueras tú, y no yo.
Ayer me imaginé que te podía ver al trasluz,
no como lo que eres, sino como lo que creo que eres.

Y parecías tan real...
que creí estar soñando.
Y parecías tan fantástico...
que creí estar despierto.

Y te parecías tanto a mí...
que creí estar mirándome al espejo.
Y, al mismo tiempo, eras tan horrible...
que temblé en acto reflejo.

Pero jamás me atrevería a afirmar
que una sombra pertenece al cuerpo que la proyecta.
Todas las sombras se parecen tanto entre sí, que es fácil confundirlas;
mientras que los cuerpos, los cuerpos difieren mucho unos de otros.

Entre el ser y el parecer
hay la misma diferencia
que entre mirar y ver.

Podría pasar horas y horas mirándote sin verte,
con la mirada ausente, con los ojos inertes.
Hay cuerpos refractarios a la luz de mis ojos,
y el tuyo es uno de ellos, ¿lo sabías?

He intentado tantas veces borrar la distancia
que separa mi ser de mi parecer
–perdona, ¿he dicho placer?–,
pero siempre siento cómo una instancia superior
tira de mí hasta hacerme empequeñecer.

Para ser no hace falta proponérselo
–eres desde que naces hasta que mueres–,
pero para parecer, tiene que haber alguien a quien parecérselo.

Es la conciencia del ser la que me hace perecer...

La cruda duda madura en mí con una raíz
que arraiga fuerte en mi pavor,
aprisionando mi dolor
y haciéndome doblar la cerviz.

Ahora ya no sé distinguir
entre el miedo y el placer.

La angustia se ha adueñado de mi voluntad hasta aniquilarla,
y ni siquiera me ha dejado una pala(bra) para recoger las migajas.

Sólo alejándome de mí
conseguiré verme como lo que soy.

Sólo alejándome de mí
despejaré toda duda
sobre mi condición.

Sólo alejándome de mí
podré tener la verdadera convicción
acerca de quién soy yo.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

Sólo alejándome de mí
podré tener la verdadera convicción
acerca de quién soy yo.


Este poema admite múltiples interpretaciones, sin embargo me inclino por ver en él un registro místico.
Un muy buen poema, Oscar, un poema que me deja pensando si para saber quién soy me tengo me alejar de mí (siempre mi actitud es opuesta, creo que me encuentro adentrándome en mí misma). Y tal vez tengas razón ... intentar una lejanía que permita la objetividad.

Besos, amigo, siempre es un gusto leerte.

[Tristitia Marisol]

Hoy te vi crecer.
Hoy te vi morir.
Hoy me pregunté quién eras tú.
Hoy me pregunté si tú no eras él.

Ayer dudé de mí.
Ayer dudé de que tú fueras tú, y no yo.
Ayer me imaginé que te podía ver al trasluz,
no como lo que eres, sino como lo que creo que eres.

Y parecías tan real...
que creí estar soñando.
Y parecías tan fantástico...
que creí estar despierto.

Y te parecías tanto a mí...
que creí estar mirándome al espejo.
Y, al mismo tiempo, eras tan horrible...
que temblé en acto reflejo.

Pero jamás me atrevería a afirmar
que una sombra pertenece al cuerpo que la proyecta.
Todas las sombras se parecen tanto entre sí, que es fácil confundirlas;
mientras que los cuerpos, los cuerpos difieren mucho unos de otros.

Entre el ser y el parecer
hay la misma diferencia
que entre mirar y ver.

Podría pasar horas y horas mirándote sin verte,
con la mirada ausente, con los ojos inertes.
Hay cuerpos refractarios a la luz de mis ojos,
y el tuyo es uno de ellos, ¿lo sabías?

He intentado tantas veces borrar la distancia
que separa mi ser de mi parecer
–perdona, ¿he dicho placer?–,
pero siempre siento cómo una instancia superior
tira de mí hasta hacerme empequeñecer.

Para ser no hace falta proponérselo
–eres desde que naces hasta que mueres–,
pero para parecer, tiene que haber alguien a quien parecérselo.

Es la conciencia del ser la que me hace perecer...

La cruda duda madura en mí con una raíz
que arraiga fuerte en mi pavor,
aprisionando mi dolor
y haciéndome doblar la cerviz.

Ahora ya no sé distinguir
entre el miedo y el placer.

La angustia se ha adueñado de mi voluntad hasta aniquilarla,
y ni siquiera me ha dejado una pala(bra) para recoger las migajas.

Sólo alejándome de mí
conseguiré verme como lo que soy.

Sólo alejándome de mí
despejaré toda duda
sobre mi condición.

Sólo alejándome de mí
podré tener la verdadera convicción
acerca de quién soy yo.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

No me extraña que le agregues ese ingrediente filosófico a tus poemas, sin embargo siempre me sorprenden tus ideas -sobre todo porque al pensar sobre ellas concluyo en que tienes la razón-.
Las anáforas iniciales son una excelente introducción al tema.
Luego el desenlace en ideas reflexivas, conserva gran ritmo.
Del fondo te diré que alguna vez se me ocurrió que la realidad no era mi realidad -esa es subjetiva-, la realidad es que nunca sabré cual es la realidad.
Siempre es un placer pasearme en tus pensamientos -tan bellamente expresados por cierto-.
Besos Tristónicos.

[Óscar Bartolomé Poy]

Oscar: Veo que realmente tienes muchas dudas, aunque no capte del todo el poema. un abrazo de amigo
javier

Reconozco que es un poema difícil de asimilar. No es que yo tenga tantas dudas -de hecho, soy bastante seguro y decidido, y suelo tener las ideas claras-, pero me gusta la introspección y experimentar con el miedo, la disociación del Yo y la doble personalidad.

Un abrazo, Javier.

[Óscar Bartolomé Poy]

Hoy te vi crecer.
Hoy te vi morir.
Hoy me pregunté quién eras tú.
Hoy me pregunté si tú no eras él.

Ayer dudé de mí.
Ayer dudé de que tú fueras tú, y no yo.
Ayer me imaginé que te podía ver al trasluz,
no como lo que eres, sino como lo que creo que eres.

Y parecías tan real...
que creí estar soñando.
Y parecías tan fantástico...
que creí estar despierto.

Y te parecías tanto a mí...
que creí estar mirándome al espejo.
Y, al mismo tiempo, eras tan horrible...
que temblé en acto reflejo.

Pero jamás me atrevería a afirmar
que una sombra pertenece al cuerpo que la proyecta.
Todas las sombras se parecen tanto entre sí, que es fácil confundirlas;
mientras que los cuerpos, los cuerpos difieren mucho unos de otros.

Entre el ser y el parecer
hay la misma diferencia
que entre mirar y ver.

Podría pasar horas y horas mirándote sin verte,
con la mirada ausente, con los ojos inertes.
Hay cuerpos refractarios a la luz de mis ojos,
y el tuyo es uno de ellos, ¿lo sabías?

He intentado tantas veces borrar la distancia
que separa mi ser de mi parecer
–perdona, ¿he dicho placer?–,
pero siempre siento cómo una instancia superior
tira de mí hasta hacerme empequeñecer.

Para ser no hace falta proponérselo
–eres desde que naces hasta que mueres–,
pero para parecer, tiene que haber alguien a quien parecérselo.

Es la conciencia del ser la que me hace perecer...

La cruda duda madura en mí con una raíz
que arraiga fuerte en mi pavor,
aprisionando mi dolor
y haciéndome doblar la cerviz.

Ahora ya no sé distinguir
entre el miedo y el placer.

La angustia se ha adueñado de mi voluntad hasta aniquilarla,
y ni siquiera me ha dejado una pala(bra) para recoger las migajas.

Sólo alejándome de mí
conseguiré verme como lo que soy.

Sólo alejándome de mí
despejaré toda duda
sobre mi condición.

Sólo alejándome de mí
podré tener la verdadera convicción
acerca de quién soy yo.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

Sólo alejándome de mí
podré tener la verdadera convicción
acerca de quién soy yo.


Este poema admite múltiples interpretaciones, sin embargo me inclino por ver en él un registro místico.
Un muy buen poema, Oscar, un poema que me deja pensando si para saber quién soy me tengo me alejar de mí (siempre mi actitud es opuesta, creo que me encuentro adentrándome en mí misma). Y tal vez tengas razón ... intentar una lejanía que permita la objetividad.

Besos, amigo, siempre es un gusto leerte.

La objetividad se consigue alejándose del objeto analizado, sí, aunque también es verdad que para conocerse uno mismo hace falta adentrarse en lo más profundo y recóndito. Me gusta la poesía mística, así que tu observación me ha agradado.

Un beso, mi estimada amiga Aubriel.

[Óscar Bartolomé Poy]

Hoy te vi crecer.
Hoy te vi morir.
Hoy me pregunté quién eras tú.
Hoy me pregunté si tú no eras él.

Ayer dudé de mí.
Ayer dudé de que tú fueras tú, y no yo.
Ayer me imaginé que te podía ver al trasluz,
no como lo que eres, sino como lo que creo que eres.

Y parecías tan real...
que creí estar soñando.
Y parecías tan fantástico...
que creí estar despierto.

Y te parecías tanto a mí...
que creí estar mirándome al espejo.
Y, al mismo tiempo, eras tan horrible...
que temblé en acto reflejo.

Pero jamás me atrevería a afirmar
que una sombra pertenece al cuerpo que la proyecta.
Todas las sombras se parecen tanto entre sí, que es fácil confundirlas;
mientras que los cuerpos, los cuerpos difieren mucho unos de otros.

Entre el ser y el parecer
hay la misma diferencia
que entre mirar y ver.

Podría pasar horas y horas mirándote sin verte,
con la mirada ausente, con los ojos inertes.
Hay cuerpos refractarios a la luz de mis ojos,
y el tuyo es uno de ellos, ¿lo sabías?

He intentado tantas veces borrar la distancia
que separa mi ser de mi parecer
–perdona, ¿he dicho placer?–,
pero siempre siento cómo una instancia superior
tira de mí hasta hacerme empequeñecer.

Para ser no hace falta proponérselo
–eres desde que naces hasta que mueres–,
pero para parecer, tiene que haber alguien a quien parecérselo.

Es la conciencia del ser la que me hace perecer...

La cruda duda madura en mí con una raíz
que arraiga fuerte en mi pavor,
aprisionando mi dolor
y haciéndome doblar la cerviz.

Ahora ya no sé distinguir
entre el miedo y el placer.

La angustia se ha adueñado de mi voluntad hasta aniquilarla,
y ni siquiera me ha dejado una pala(bra) para recoger las migajas.

Sólo alejándome de mí
conseguiré verme como lo que soy.

Sólo alejándome de mí
despejaré toda duda
sobre mi condición.

Sólo alejándome de mí
podré tener la verdadera convicción
acerca de quién soy yo.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

No me extraña que le agregues ese ingrediente filosófico a tus poemas, sin embargo siempre me sorprenden tus ideas -sobre todo porque al pensar sobre ellas concluyo en que tienes la razón-.
Las anáforas iniciales son una excelente introducción al tema.
Luego el desenlace en ideas reflexivas, conserva gran ritmo.
Del fondo te diré que alguna vez se me ocurrió que la realidad no era mi realidad -esa es subjetiva-, la realidad es que nunca sabré cual es la realidad.
Siempre es un placer pasearme en tus pensamientos -tan bellamente expresados por cierto-.
Besos Tristónicos.

Cada uno crea la realidad a su gusto. Ése es el poder de la imaginación. Hay tantas realidades como sensibilidades. Gracias por dejar tu huella en mis versos, Marisol. Siempre me alegra leerte.

Besos faetónicos.