Simplemente...
No me rompas,
no me quiebres,
no menosprecies mi porción de verdad,
no me creas cuestión de niños
que, ciegos a la realidad,
se encierran en lo que les dicen.
Soy en mí misma
una bocanada de aire limpio,
única posibilidad para el que nada tiene,
última carta en la manga
del que padece.
Ser responsable a cada paso
de mantenerme viva,
de cuidarme, de protegerme
con sustento y fundamentos,
es una misión que debés,
-en ejercicio de tus privilegios-
cumplir.
Simplemente
no me quiebres,
no me rompas.
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Carta de la Esperanza a todos y cada uno de los "poderosos" de este planeta.
María Inés Iacometti