
que aquel otro no ame -quizás sean los dos el mismo hombre-,
¿no les hace pensar que existe un universo?
A mí tampoco.
Sacan tiempo de donde no lo hay
para aplicar la física y la química.
No les puedo afirmar cómo soy, pues quizá sea yo el más objetivo,
incluso justifico la fe de los ateos.
Nadie articula voz que no persiga.
El ombligo del mundo,
transparente.
Lo único que atrae a las masas,
el discurso,
búsqueda,
misterio,
modifica su rumbo.
No buscar ni creer es no pensar,
no soñar, ni tampoco ilusionarse.
Estas majaderías no hacen reflexionar,
sobrecogen quizá.
Es la versión del hombre que piensa diferente.
La mismidad temática, incluso matemática,
excluirá a esta persona de sus círculos
perfectos,
mayormente
desconocidos.